lunes, 30 de noviembre de 2009

Amor eterno (Drake)

El profesor estaba hablando delante de la pizarra, cuando alguien petó en la puerta de la clase. Y cuál fue mi sorpresa al ver a Paula pasar rápidamente.
-Ho... hola profesor, emmm... es que fui al médico...
-Oh, muy bien, deme el justificante...
Oí como Paula maldecía, pero cuando al pasear su mirada y verme, se horrorizó, poniendo la boca abierta.
-¡¿Qu-qu-qu-qué haces tú aquí?! -me dijo.
-¿Pasa algo? -le preguntó el profesor- Mire, su comportamiento de esta semana es un...
-Ah... emmm... un momento. -Paula salió de la clase y empezó a gritar un nombre, pero no lo escuché bien.
Al cabo de cinco segundos, volvió a entrar nerviosa.
-Emmm...
-¡¿Señorita Paula, qué escándalo es este?! -le gritó el profesor.
Yo simplemente flipaba en colores, mientras todos los de la clase no paraban de reírse.
-Yo... bueno... verá, ¿puede Drake salir un momento?
-¡¿Cómo?!
-Por favor...
-Mmm... Bueno, de todos modos el pobre ya no puede estar más castigado, así que...
Puse los ojos en blanco.
-¡Gracias! -vino hacia mí, me levantó de mi asiento cogiéndome de la manga de la chaqueta y me sacó fuera de un empujón.
Me volví hacia ella.
-¿Pero qué...? -intenté decir.
-¡Por tus muertos no la fastidies! Que bien ya le fastidiado yo.
Y me cerró la puerta de la clase conmigo fuera.
-Hummm... -escuché detrás mía.
Me volví hacia el pasillo, y allí estaba. Podría llamarla de todas las formas posibles, pero la que más se asimila a ella es a la de un ángel. Claire miraba al suelo, con los brazos detrás de la espalda y mordiéndose el labio inferior. ¿Qué hacía ella aquí?
-¿No tendrías que estar en clase? -le pregunté cálidamente.
No quería intimidarla más de lo que ya parecía estar.
-Bueno... sí, tendría. Pero tengo que hacer una cosa más importante.
-¿De qué...?
Pero me interrumpió. Se abalanzó sobre mí posando sus labios sobre los míos. Era ese beso que tanto echaba de menos... Aunque estaba paralizado por la impresión, la rodeé con mis brazos mientras ella rodeaba mi cuello con los suyos. Al cabo de unos segundos, nos separamos, pero seguimos abrazados, y puse mi frente sobre la suya.
-Claire... yo... lo siento... -intenté disculparme.
-Drake, tranquilo, Paula me lo ha contado todo.
-¡¿Cómo?!
-Sí, y ha hecho bien. Pensé que... que tú no...
-¿Que no te quería? Lo sé, fue una estupidez, pero si ella te ha dicho todo, entonces ya sabrás por qué te dije eso. Y lo siento muchísimo, Claire, de verdad. Yo... -respiré hondo- Te quiero tanto... Se me partió el alma cuando... cuando te dije eso... y cuando casi te echas a llorar... Te juro que estuve a punto de arrodillarme y decirte que todo era mentira. Pero... tenía que hacerlo. Y ahora no sé cómo voy a hacer con ese loco. Ya pensaré algo.
Ella me sonrió, y no pude evitar devolverle la sonrisa. Hacía tiempo que no sonreía. Me incliné y volví a besarla. Le acaricié la suave mejilla con el dorso de la mano.
-Esto... ¿esto significa... que... que vuelves a ser mío? -me dijo ruborizándose.
Sonreí todavía más.
-Si tú aceptas ser mía, sí.
-Entonces por supuesto que sí.
La apreté más contra mí, y al separarnos escuché dos aplausos. No me fastidies...
-Ooohh... encantador. Pero tú y yo hicimos un trato, ¿no es así? -dijo Nike sonriendo burlonamente.
-No me jorobes, psicópata. Ahora no estoy para cachondeo, ¿si? -le solté- Ya arreglaremos esto más tarde.
-¿Arreglaremos? No, perdona. Arreglamos. Ahora.
-¿Ahora? ¿Pero no ves que estoy ocupado?
-Sí, sí que lo veo. Por eso mismo.
De repente las puertas de las clases se abrieron, apareciendo todos los alumnos y profesores. Mis amigos vinieron hacia nosotros.
-¡Drake! ¡Claire! -gritaron Alex y Mike- ¡¿Pero qué?!
-¡¿Qué escándalo es este?! -dijo una profesora.
Respiré hondo, y entre tanto grito y murmullo me volví hacia Claire.
-Cielo, ya sé que te dije que no me volvería a pelear por ti, así que espero que me perdones. -le dije.
-Drake, ¿qué...?
Me volví rápidamente hacia Nike otra vez.
-Bien, ¿quieres pelea? Pues tendremos pelea.
Él me miró confundido, me acerqué y le di el primer golpe en la nariz. Cayó al suelo y le empezó a sangrar, pero no se dio por vencido. Se levantó y se abalanzó sobre mí. Al momento teníamos unos espectadores que estaban como locos y nosotros peleándonos en el suelo, aunque claro está, yo iba ganando. Nadie, en una pelea, me ganaba, ya que fui desde que tenía cinco años a karate... Qué cosas, ¿verdad?
Aunque la fiesta me la fastidió la llegada del director.