Me aburría mucho en clase. No podía parar de pensar en Drake. Simplemente no podía. Cada noche lloraba porque estaba segura que no lo volvería a ver, y si lo veía, sería por la calle y haríamos que no nos conocemos. Se me humedecieron los ojos, pero no iba a ponerme a llorar delante de toda la clase, y aún sin motivo que se pueda explicar. Salí de mi ensoñación cuando llamaron a la puerta de la clase. La profesora abrió, pero yo no pude ver quién había petado ya que estaba atrás en todo, pero oía murmurar a las chicas de delante que era un desconocido muy guapo. Con el gran murmullo que había, no pude escuchar la conversación de la profesora y el que había llamado. De repente, la profesora me miró y me llamó. Me hizo una seña con la mano para que saliera afuera. ¿Yo? ¿Y por qué? ¿Qué hice? Me levanté y salí afuera. Cerré la puerta y miré hacia la derecha. Me quedé a cuadros. Era él. Estaba apoyado en la pared, con los brazos cruzados y mirándome serio. Pero cuando le miré a los ojos esbozó una gran sonrisa. No pude remediarlo, me lancé hacia él y le di un fuerte abrazo. Me rodeó con sus brazos y me besó en la cabeza.
-Por fin... te vuelvo a tener entre mis brazos... -levanté la cabeza- Lo anhelaba. -le miré extrañada. ¿Pero...?
-¿Pero no...? Yo creía que... -estaba confusa.
-¿Si?
-¿No me dejaste de hablar ni querías volver a verme porque ya no me querías?
-¡¿Cómo?! ¡¿Qué estupidez es esa?! -miró hacia ambos lados- Mira, mejor vamos afuera, por si acaso -yo asentí con la cabeza aún no muy convencida. Salimos y nos paramos detrás del instituto.- Pero vamos a ver... ¿por qué crees eso?
-Bueno, porque... pues por eso... -miré hacia abajo. Después de la gran estupidez que acabo de decir no me atrevía a mirarle, pero él me alzó la cabeza para poder mirarle, estábamos solo a pocos centrímetros uno de otro, y el corazón se me aceleró. Me acarició la mejilla con suavidad mientras me agarraba la cintura con la otra.
-Nunca, amor mío, podría dejar de quererte. Te lo aseguro. -y a continuación me besó apasionadamente. Era ese beso que yo tanto deseaba. Rodeé mis brazos en su cuello y Drake me atrajo más hacia él. Pero luego me separé. Él me miró confuso, pero para tranquilizarle le sonreí.
-¿Y qué vamos a hacer?
-No te entiendo.
-Pues ellos no quieren que nos veamos...
-Oh, pues... No tengo ni idea.
-Bueno, yo tengo todos los sábados clases de violín, pero nunca me gustó...
-¿Pretendes saltarte esas clases para estar conmigo?
-No exactamente... -me miró todavía más confuso- Iré a esas clases, pero solo una hora, y la otra hora que me queda estaré contigo.
-¿Y no se extrañarán de que...?
-Les digo que tengo que salir antes.
-No sé... es que tengo miedo de que te descubran y a saber lo que te puede pasar...
-Tranquilo, me las arreglaré. -asintió todavía no muy convencido, pero no opuso objeciones.
-Aunque solo verte una hora a la semana... -suspiró, pero yo me reí.- ¿De qué te ríes?
-Pues de que mi padre me prometió que intentaría convencer a mi madre de que volviera a tu instituto... -se le iluminó la cara, me abrazó y me volvió a besar.
-¡¿En serio?! -asentí con la cabeza. Me abrazó más fuerte.
-Amor, me gusta mucho que me abraces... ¡pero me ahogas!
-¡Uy! Perdona... pues si que eres frágil... Tendré más cuidado la próxima vez. -miró el reloj de su muñeca izquierda- ¡Anda! ¡Ya es tardísimo! Bueno, ya me metí en un lío así que... Pero bueno, no quiero meterte a ti en otro.
-¡¿Te escapaste de clase?! -miró hacia otro lado.
-Esto... no... Dije que me dolía el estómago y que quería ir a enfermería... -sonrió, pero luego su sonrisa desapareció cuando empecé a llorar.- ¡¿Qu... Qué te ocurre?! ¡¿Estás bien?!
-Tú y tus batallitas... -murmuré contenta. Le miré a los ojos.- Eh... perdona -sacudí la cabeza para aclararme las ideas- Soy muy sensible. -me secó las lágrimas y me besó. Al separarse volvió a mirar el reloj.
-Bueno, ahora si. Venga, corre a clase. No vaya a ser... -asentí y me iba a ir, pero Drake no me soltaba el brazo. Le sonreí.- Emm... vale, vale... ya te suelto... -y se apenó. Me dolió mucho verle así. Le volví a dar un beso, sonrió y me soltó. Mientras me iba me despedía con la mano.
-¡Chao, y si me ves en el instituto ya sabes por qué es! -bueno, era algo obvio...
-¡Chao! -y él también se fue corriendo por la carretera en dirección hacia allí.
No podía estar más contenta. Pero ya era hora de volver a clase. Espero que mi padre convenza a mi madre...