miércoles, 2 de septiembre de 2009

¿Qué hace aquí? (Claire)

Me aburría mucho en clase. No podía parar de pensar en Drake. Simplemente no podía. Cada noche lloraba porque estaba segura que no lo volvería a ver, y si lo veía, sería por la calle y haríamos que no nos conocemos. Se me humedecieron los ojos, pero no iba a ponerme a llorar delante de toda la clase, y aún sin motivo que se pueda explicar. Salí de mi ensoñación cuando llamaron a la puerta de la clase. La profesora abrió, pero yo no pude ver quién había petado ya que estaba atrás en todo, pero oía murmurar a las chicas de delante que era un desconocido muy guapo. Con el gran murmullo que había, no pude escuchar la conversación de la profesora y el que había llamado. De repente, la profesora me miró y me llamó. Me hizo una seña con la mano para que saliera afuera. ¿Yo? ¿Y por qué? ¿Qué hice? Me levanté y salí afuera. Cerré la puerta y miré hacia la derecha. Me quedé a cuadros. Era él. Estaba apoyado en la pared, con los brazos cruzados y mirándome serio. Pero cuando le miré a los ojos esbozó una gran sonrisa. No pude remediarlo, me lancé hacia él y le di un fuerte abrazo. Me rodeó con sus brazos y me besó en la cabeza.
-Por fin... te vuelvo a tener entre mis brazos... -levanté la cabeza- Lo anhelaba. -le miré extrañada. ¿Pero...?
-¿Pero no...? Yo creía que... -estaba confusa.
-¿Si?
-¿No me dejaste de hablar ni querías volver a verme porque ya no me querías?
-¡¿Cómo?! ¡¿Qué estupidez es esa?! -miró hacia ambos lados- Mira, mejor vamos afuera, por si acaso -yo asentí con la cabeza aún no muy convencida. Salimos y nos paramos detrás del instituto.- Pero vamos a ver... ¿por qué crees eso?
-Bueno, porque... pues por eso... -miré hacia abajo. Después de la gran estupidez que acabo de decir no me atrevía a mirarle, pero él me alzó la cabeza para poder mirarle, estábamos solo a pocos centrímetros uno de otro, y el corazón se me aceleró. Me acarició la mejilla con suavidad mientras me agarraba la cintura con la otra.
-Nunca, amor mío, podría dejar de quererte. Te lo aseguro. -y a continuación me besó apasionadamente. Era ese beso que yo tanto deseaba. Rodeé mis brazos en su cuello y Drake me atrajo más hacia él. Pero luego me separé. Él me miró confuso, pero para tranquilizarle le sonreí.
-¿Y qué vamos a hacer?
-No te entiendo.
-Pues ellos no quieren que nos veamos...
-Oh, pues... No tengo ni idea.
-Bueno, yo tengo todos los sábados clases de violín, pero nunca me gustó...
-¿Pretendes saltarte esas clases para estar conmigo?
-No exactamente... -me miró todavía más confuso- Iré a esas clases, pero solo una hora, y la otra hora que me queda estaré contigo.
-¿Y no se extrañarán de que...?
-Les digo que tengo que salir antes.
-No sé... es que tengo miedo de que te descubran y a saber lo que te puede pasar...
-Tranquilo, me las arreglaré. -asintió todavía no muy convencido, pero no opuso objeciones.
-Aunque solo verte una hora a la semana... -suspiró, pero yo me reí.- ¿De qué te ríes?
-Pues de que mi padre me prometió que intentaría convencer a mi madre de que volviera a tu instituto... -se le iluminó la cara, me abrazó y me volvió a besar.
-¡¿En serio?! -asentí con la cabeza. Me abrazó más fuerte.
-Amor, me gusta mucho que me abraces... ¡pero me ahogas!
-¡Uy! Perdona... pues si que eres frágil... Tendré más cuidado la próxima vez. -miró el reloj de su muñeca izquierda- ¡Anda! ¡Ya es tardísimo! Bueno, ya me metí en un lío así que... Pero bueno, no quiero meterte a ti en otro.
-¡¿Te escapaste de clase?! -miró hacia otro lado.
-Esto... no... Dije que me dolía el estómago y que quería ir a enfermería... -sonrió, pero luego su sonrisa desapareció cuando empecé a llorar.- ¡¿Qu... Qué te ocurre?! ¡¿Estás bien?!
-Tú y tus batallitas... -murmuré contenta. Le miré a los ojos.- Eh... perdona -sacudí la cabeza para aclararme las ideas- Soy muy sensible. -me secó las lágrimas y me besó. Al separarse volvió a mirar el reloj.
-Bueno, ahora si. Venga, corre a clase. No vaya a ser... -asentí y me iba a ir, pero Drake no me soltaba el brazo. Le sonreí.- Emm... vale, vale... ya te suelto... -y se apenó. Me dolió mucho verle así. Le volví a dar un beso, sonrió y me soltó. Mientras me iba me despedía con la mano.
-¡Chao, y si me ves en el instituto ya sabes por qué es! -bueno, era algo obvio...
-¡Chao! -y él también se fue corriendo por la carretera en dirección hacia allí.
No podía estar más contenta. Pero ya era hora de volver a clase. Espero que mi padre convenza a mi madre...