Me desperté. Lo primero que vi fue cuatro paredes blancas -lo típico supongo- y una cama en la que estaba tendido. Me fijé en que tenía los brazos con tres agujas en cada uno y unas ventosas en el pecho. Estaba desnudo de cadera para arriba. ¿En el hospital? Ah, ya. La pelea. De repente me vino a la cabeza Claire. ¿Cómo estará? Me erguí y me senté, pero dónde estaban las agujas me dolían horriblemente. Así que decidí quitármelas. Primero quité el esparadrapo de la primera con muchísima dificultad, y luego la extraje cuidadosamente. Mucho mejor. Intentaba quitarme la siguiente cuando la puerta se abrió de repente y una enfermera de unos treinta años entró en la habitación. Al ver mis intenciones se quedó petrificada, abriendo los ojos como platos. ¿Pero me miraba dónde quitaba las agujas o miraba los músculos de mis brazos? De todos modos pasé de ella. La mujer sacudió la cabeza y se acercó a mi. Me cogió la mano para frenarme.
-¡Quieto! ¡Para de hacer eso, chico, que te vas a hacer daño! ¡Doctor, este paciente se despertó! ¡Hazme el favor de venir!
Un hombre canoso de unos cincuenta años pasó por la puerta y la cerró. Juraría haber visto a Mike detrás... Como la enfermera, el doctor se quedó congelado.
-¡¿Pero... pero qué estabas haciendo?! ¡No vuelvas a hacer una cosa así! ¿No sabes lo peligroso...?
-¡Dejadme! ¡Quiero irme de aquí! -intenté zafarme, pero me era imposible.- ¡Soltadme!
-¡No! Primero te tranquilizas y luego te soltamos. No te alteres, sino te dolerá al respirar.
Le miré con los ojos entrecerrados, pero me tranquilicé. ¿Qué otra cosa podía hacer? Al final la enfermera me soltó, miró al doctor y se fue. Esta vez vi a John por la puerta. Estaban fuera. Estoy seguro. Me quedé a solas con él.
-Vamos a ver... -se puso las gafas y miró un bloc de notas mientras se sentaba a mi lado. Alzó la mirada después de revisarlo unas cinco veces- Esto... ¿estás aquí... por pelearte con un chico? ¿Tan grave ha sido? Increíble. No deberíais haber hecho eso.
Se acercó a mi con la silla y empezó a quitarme las agujas del brazo izquierdo.
-¿Puedo saber cuál... fue la causa de vuestra... esto... primitiva pelea? -vacilé. Total, ¿por qué no contárselo? No tenía nada que esconder.
-Bueno, pues que el chico con el que me peleé dijo que una... amiga mía que está ahora en Francia y la que mi madre no me deja contactar con ella bajo ningún concepto porque su madre y ella están cabreadas por algo que pasó en el pasado y desconozco, solo servía para dos días y luego tirarla, y la defendí porque estoy total e irremediablemente enamorado de ella e iría hasta el fin del mundo solo para complacerla. ¿Algo más, doctor? -dije esto último sarcásticamente, ya que no esperaba que dijera nada, y tenía razón. Es más, se quedó con la boca abierta. Se levantó y arrastró la silla hasta el lado derecho y empezó a quitarme las otras agujas.
-Esto... es algo que en verdad no me esperaba. Es más, nunca vi un caso igual, pero tranquilo... seguro que la vuelves a ver...
-Ja, que chiste. Si no se olvida ella antes de mi y conoce a un snob francés romántico y le tire los tejos todo el rato. Si es que entiende lo que le dice. Da igual, eso a usted ni le importa ni le incumbe. Perdone por mi falta de educación, pero que le quiere, soy así.
-Oh, para nada, joven. Es la primera vez que trato con un adolescente tan educado como tú. -me impresoné. Era la primera vez que alguien me llamaba educado, pero me gustaba.
-Gracias. -terminó con las agujas, vió un aparato que estaba al lado de mi camilla y asintió para si. Luego miró hacia mi y me quitó las ventosas. Se volvió hacia la puerta.
-Podéis pasar, chicos. -a continuación la puerta se abrió y todos mis amigos entraron. Alex y Carla se quedaron paralizadas al verme medio desnudo, con la boca abierta.
-Gu...guau... No sabía que ibas... al... al... esto... ya sabes... ehh... ¿como... como se...? Ah, el gimnasio... eso. -dijo Carla. Brian se le quedó mirando.
-¡Vaya! ¡Dios, Drake, no sabía que estabas tan bueno! -Alex nunca se corta un pelo... Mike le tapó los ojos y miró hacia mi camiseta. Capté la indirecta. La cogí y me la puse rápidamente.
-Perdón, ya estaba así cuando desperté. Lo siento de veras.
-No, no. No lo sientas. A veces es necesario darle una alegría a los ojos. -volvió a decir ésta con los ojos tapados- Mike, ¿por qué tú no...? -éste le tapó la boca.
-Cielo, ya hablaremos... -le dijo.
-Se os cae la baba... -dijo John.
Me reí por lo bajo.
-Gracias por venir, pero estoy lo medianamente bien posible.
-No, no estás del todo bien. -dijo el médico, que hasta ahora me había olvidado de su presencia, mientras se sentaba en una silla y volvía a coger la libretita- Tienes un pulmón bastante en mal estado, y has perdido muchísima sangre, así que... no estás bien. Aunque el otro chico está bastante peor...
-Nos da igual el otro chico. -dijo Brian. Todos asintieron a la vez, dándole la razón. Al doctor no le extrañó después de oír lo que le dije antes. Asintió, yo me iba a bajar de la camilla, pero me puso una mano en le hombro.
-Quiero que esta noche te quedes aquí. Mañana volverás a casa. -se dirigió hacia mis amigos- Chicos, tenéis que iros, pero mañana por la mañana si queréis pordéis venir a verle.
Todos asintieron y se fueron a regañadientes. En la puerta entreabierta vi a una persona con un bolso y luego se cerró. Me quedé paralizado. Ella no. ¡Ella no!
-Bueno, pues ahora vendrán tus padres para... -empezó a decir.
-¡¡Noo!! ¡No! No, por favor, mi madre no. Me... me gustaría que ella no... no entrara... no ahora... -me miró confundido, pero no opuso objeciones.
Dejó entrar a mi padre y a mi hermana, y le explicó educadamente a mi madre que por ahora no quería verla. No sé como se lo tomó, pero supongo que mal. Entraron y ni se sentaron, porque el doctor sólo les dejó dos minutos. Al final, después de todo el embrollo, me dormí en la camilla, pensando, cómo no, en Claire.