*Antes de nada, Lina, es que la historia la tengo ya escrita, por eso no puedo cambiarlo hacia la perspectiva de uno u otro, pero te diré que dentro de dos capítulos, la entrada será desde el punto de vista de Jack ;D
El fantasma lanzó un grito increíblemente dañino para mis oídos y los de Jack, que se los tapó.
Y la niña desapareció como por arte de magia.
Me levanté rápidamente, y Jack vino hacia mí. Me puso las manos en los hombros.
-¡¿Estás bien?! ¡¿Te ha hecho daño?! ¡Si te lo ha hecho, dímelo!
Me aparté. Me estaba agobiando.
-¡Sí, estoy bien! ¡Perfectamente! ¡Tranquilízate!
Se calló. Pero su boca formaba una fina línea, tenía el ceño fruncido y la mandíbula apretada.
-¡¿Pero tú en qué puñetas estabas pensando?! ¡¿Esto es lo que hacías todas las noches?! ¡¿Salir a jugar con unos fantasmas que querían raptarte?!
-¡Pues no! No todos los fantasmas eran malos. ¡Había uno que…!
Tragué saliva. Jack apretó los puños fuertemente, notándosele las venas de los brazos.
Y yo estaba completa e irrevocablemente acojonada. Más que cuando me encontré con las gemelas en el pasillo oscuro del internado.
-Ah, así que es verdad. Ya los habías visto antes. Y, debo suponer por supuesto, que eras tú la que hacía los ruidos por la noche. ¡¿Pero no te das cuenta de que te pueden castigar y expulsar?!
-¡Si me expulsan al menos podré largarme de aquí!
-No. Ni de coña. Si te expulsan te mandarán a un correccional o como mínimo al internado de la Antártida. Y te aseguro que no te lo vas a pasar bien allí.
-Peor que tenerte a ti como guardián no puede ser. ¡Eres como un maldito grano en el culo! ¡Déjame en paz! ¿¡Por qué no vas a proteger al ángel del espacio?!
-¡Ojalá pudiera, pero está en otro continente! ¡Al menos él no sería un estúpido quejica como tú!
-¡Oh, claro, ya entiendo! ¡Como él es el bueno, le damos todos los caprichos y todos le queremos, ¿verdad?! ¡Pero como yo soy la mala de la peli, pues siempre recibo las malditas broncas!
-¡No se podía esperar nada más de un ángel caído!
Ambos nos quedamos mudos. ¿Qué yo era QUÉ?
Sentía como palidecía rápidamente, y unos escalofríos me entraron por la espalda. Y no era precisamente del frío.
-¿Per… perdona?
-Nada. No he dicho nada.
-Repítelo.
-No. Esto es ridículo. –Miró a la alumna muerta, y frunció el ceño, suspirando-. Mierda, una alumna asesinada por una niña transparente.
-¿Acaso no te importa?
-No puedo permitirme el lujo de preocuparme por cada bicho andante que veo, y menos de la gente a la que veo siempre. Avisaré al director.
Me cogió del brazo, pero yo me lo sacudí de encima. Ambos hicimos una mueca y subimos al colegio. Yo delante, para que él me mantuviera vigilada. De todos modos, ya no me apetecía hacer nada. Me acompañó a mi habitación, luego se fue. Yo me acosté en cama, pero sufriendo por conciliar el sueño.