Al salir de clase me tocaba otra vez entrenamiento. Quedé con Jack y los demás guardianes y ángeles en el pabellón, y estaba todo igual que ayer. Pero esta vez ni siquiera me había fijado en los músculos de los guardianes.
Lo único que quería era tirarme en el suelo y cerrar los ojos, pero Jack no me lo iba a poner tan fácil.
Como ayer, acabé en el suelo, pero en vez de volver a intentarlo, me quedé tirada allí. Rodé de costado y cerré los ojos.
Pero el pesado de Jack me daba en el hombro para que me levantase.
Abrí los ojos, fruncí el ceño y me volví hacia él. Estaba acuclillado, con los codos apoyados en las rodillas y las manos colgando.
-¿Qué quieres?
-¿Cómo que qué quiero? Que entrenes. Pero tú no te esfuerzas –alargó la mano y me cogió las mejillas con los dedos-. ¿Y qué te pasa en la cara? ¿Tú duermes bien?
Le aparté la mano y me incorporé.
-Sí, duermo… perfectamente.
-No lo parece.
-Ya, pero sí que duermo. ¡Y no me estreses más, que ya tengo demasiado trabajo!
-Y esos cambios de humor. ¿Qué ocurre? ¿No quieres contármelo?
Se sentó a mi lado mirando hacia mí, con las rodillas flexionadas.
-No tengo nada que contar.
-Alex, soy tu guardián. Casi tu tutor, y mi obligación es resolver tus problemas y cuidar de ti.
Suspiré, y me levanté.
-Tengo sueño, me voy a dormir.
-Son las siete de la tarde.
-Lo sé.
-Pero no has comido nada en todo el día.
-También lo sé.
Y me fui, dejándole con la palabra en la boca.
Subí hasta mi habitación y me tiré encima de la cama, calzada y todo, y por fin cerré los ojos.
Pero cómo no, hubo más interrupciones. Vicky apareció corriendo por la puerta.
-Alex, ¡levanta! ¡El director ha convocado a todo el colegio!
Me reincorporé.
-Está bien… Ahora voy…
-¡Venga!
Me cogió de la mano y me arrastró escaleras abajo hasta el comedor.
¿Había dicho que el comedor se parecía al del castillo de Hogwarts?
¿No? Pues… sí, se le parece. Excepto que no hay cosas flotando ni nada de eso.
El director se colocó en el extremo de todo, avistando a cada alumno, uno por uno, en el medio. Los guardianes se habían colocado detrás de él, con las manos detrás de la espalda.
-Bien, quería avisaros de que por las noches está prohibido salir de sus respectivas habitaciones. Y os preguntaréis el porqué. Bien. He recibido notificaciones y quejas de ruidos en los pasillos, voces y, sobre todo, fantasmas.
Eso llamó mi atención, pero sólo la mitad. La otra la puse en el sueño que tenía y en lo bien que estaría en mi habitación durmiendo.
-No sé quién o qué es, pero si alguien está haciendo alguna broma pesada, y espero por su bien que no sea así, será severamente castigado, y si llega a grandes extremos, deberemos expulsarlo.
Tragué saliva. La causante era yo. Bueno, no de todo, pero lo de las voces y ruidos…
Me encogí en mi asiento, y me froté los ojos. Miré a Jack, a la derecha del director, que no me quitaba ojo. Le sonreí levemente y volví a poner atención en lo que decía el director.
-Normalmente los fantasmas no suelen entrar en este tipo de castillos. Y no tendrían por qué hacernos daño, ya que sólo están enemistados con los vampiros, pero si a alguien le pasase algo, me gustaría que me lo comunicase enseguida. Muchas gracias. Podéis volver a vuestras respectivas habitaciones.
¡¡Por fin!!
Me levanté antes que los demás y salí por la puerta. Subí las escaleras, me puse el pijama y me eché en la cama.
(J)Alex últimamente estaba de lo más rara. Y la escena del comedor para demostrarlo. Aunque no paraba de mirarla durante toda la charla, me daba la impresión de que apenas podía mantenerse sentada.
Y hoy descubriría qué esconde.