martes, 31 de agosto de 2010

Capítulo 24

Todos los alumnos se encontraban en el comedor, extrañados porque los guardianes no hubieran dado clase ese día.
Y yo estaba castigada. Genial.
Charlie no se despegaba de mí, pero a pesar de que era él mi guardián, Jack tampoco me quitaba ojo. Incluso podría decir que ocupaba su atención más en mí que en Yina.
Y sorprendentemente, eso me agradaba. Quería demostrarle a Jack de lo que era capaz.
El problema es que desconocía la razón. ¿Será esto a lo que llaman “amor”? No, no creo. A mí me caía mal él. Lo odiaba. O eso pensaba.
En su clase de filosofía, me quedaba colgada mirándole. Incluso parecía esas estúpidas que le hacían ojitos y demás. Patético.
Pero es que no podía resistirme. Cuando paseaba por los sitios con esa expresión tan seria suya… me derretía. Y cuando resolvía las dudas… y cuando… yo le llamaba… y…
¡Vale, vale! Se lo tengo que consultar a Vicky.
Al salir de clase, la busqué desesperadamente, esquivando como pude a Charlie. Al final la encontré en el recreo debajo de aquel árbol en el que nos conocimos. Como siempre, leyendo un libro. Al verme aparecer, alzó la mirada y me sonrió.
Me senté a su lado.
-Vicky, necesito tu ayuda…
-Dime.
-No sé qué me ocurre con Jack. Me estoy desesperando. ¡Me está volviendo loca! Se supone que me cae mal, pero… no puedo parar de pensar en él. Y cuánto más intento sacármelo de la cabeza, más pienso en él. Y en sus clases, que no puedo atender a sus explicaciones porque sólo me fijo en sus ojos, en sus brazos…
Vicky sonrió ampliamente.
-Uy, uy, uy. A mí me parece que alguien está enamorada… -dijo medio cantando.
-¿Y cómo es eso?
-¿No lo sabes? Es exactamente lo que me acabas de decir. ¡Qué mona! Pero… ¿a él también le gustas?
-No lo sé. Tampoco es que quiera saberlo. No…
De repente Max y Al se acercaron a nosotras. Les sonreímos, y ellos se sentaron a nuestro lado.
-¿Qué hay chicas? ¿Qué hacíais?
-Nada. Hablábamos de la clase y cosas así. Nos aburrimos mucho –contestó rápidamente Vicky.
Escuché mi nombre a lo lejos. Me volví hacia el castillo y me topé con que Charlie me llamaba. Qué pesado.
-Lo siento, chicos. Mi pesadilla me llama. Hasta luego.
Me levanté, se despidieron de mí y bajé hasta allí. Charlie se cruzó de brazos.
-El director quiere verte. Y por favor, recuerda que después de clase…
-Que sí, que sí, entrenamiento. Ya lo sé. No me olvido. No problem.
Ambos entramos dentro, y fuimos hacia el despacho.
-Yo esperaré fuera. Quiere hablar contigo en privado.
Charlie salió hasta la puerta principal. Iba a entrar cuando Jack y la tal Yina –que le tenía agarrado del brazo, la muy…- se acercaron.
-¿Alex? ¿Qué haces aquí? ¿No tienes recreo? –preguntó él.
-Sí, pero el director quiere verme. ¿Y tú Yina? –pregunté mirándola-. ¿No deberías estar tu también fuera?
Apretó todavía más el fuerte brazo y sonrió falsamente. Guarra, asquerosa, roba hombres.
-Ay, sí… pero… es que me hice daño… y Jack –le echó una miradita, pero él no pareció inmutarse-, vino a por mí… y me curó… Ya sabes, como él ahora es mi…
-¡Que sí, que sí! ¡Ya lo sé! ¡Ahora es tu puñetero guardián! ¡¿Y a mí qué me importa?!
Ambos me miraron perplejos. Carraspeé.
-Esto… quiero decir… tengo que entrar. El director me espera. Hasta luego.
-Muy bien… pues hasta luego…
Abrí la puerta y entré, cerrándola detrás de mí.