Me había abandonado. No literalmente, pero sí mi seguridad. ¿Por qué me hacía esto? Dijo que estaría siempre a mi lado… y ahora va, y se quiere encargar de otro.
Aunque… Charlie va a ser mi nuevo guardián… Me gusta la idea…
Sonreí. No estaría nada mal.
Seguía tan enferma como ayer, e incluso peor, cuando Vicky, el director y demás guardianes entraron en mi habitación. Vicky traía un vaso con tapa y una pajita en las manos. Fruncí el ceño.
Pero apenas me quedaban fuerzas para hablar.
-¿Qué… es…?
-¡Alex, tienes que beberte esto! ¡Y rápido! –dijo Vicky dándome el vaso.
Lo cogí y miré al director. Estaba completamente serio, con los brazos cruzados.
Y luego miré al vaso. Respiré hondo, y sorbí un poco.
Dios, cuánto hacía que no la probaba… Era un sabor entre, aunque un poco raro, óxido, y sal, pero a la vez me sabía también a chocolate, supongo… y melocotón. Sí, eso era.
Bebí todo el vaso de un trago. Al terminar pasé la lengua por los labios, recuperando otra vez ese delicioso sabor, y luego me limpié la boca con la mano.
Me sentía renovada.
Completamente renovada.
El director se acercó poco a poco a mí, apartando suavemente a Vicky y colocándola detrás de él.
-Alex… ¿estás… bien? ¿Puedes moverte?
-Señor, está recuperando el color –comentó un guardián.
Sonreí diabólicamente. El director retrocedió. No sabía por qué, pero eso me satisfacía.
Que me temieran.
De repente paré el tiempo. Esta vez duraba todo lo que me diera la gana. Todo se paró. Se quedaron congelados. Me levanté de la cama. Esta vez ya no temblaban las piernas al ponerme de pie. Era maravilloso.
Me estiré todo lo que pude, y me coloqué al lado de la ventana. Proseguí el tiempo.
El director, al no verme en mi cama, al igual que los demás, miraron a su alrededor. Al escrutarme al lado de la ventana se quedaron con la boca abierta. Yo les saludé.
-Me encuentro perfectamente. Mejor que nunca, diría yo.
-Es… está bien, Alex, pero por favor, estate quieta…
-¡Alex! –gritó Vicky, y corrió hacia mí a pesar de que el director se lo intentase impedir. Me abrazó, y yo a ella-. ¡Te has recuperado! Aunque no sé cómo has hecho eso… ¡pero mola un montón!
Me soltó y me sonrió. Yo a ella.
Volví a parar el tiempo, me vestí lo más rápido que pude –teóricamente no tardé ni una milésima de segundo-, y lo proseguí otra vez.
El director se acercó rápidamente a mí, y me agarró el brazo.
-Quieta. Ahora estás expuesta al peligro, Alex.
-Pero hacía tiempo que no podía controlar el tiempo a mi gusto. Y me encanta.
-Lo sé, pero hay cosas muy peligrosas ahí fuera…
Es verdad. Ahora que me había recuperado completamente… eso significaba… que podía irme cuando me diera la gana.
-Puedo defenderme. No hay problema.
-Sí que lo hay. No quiero que salgas al jardín sin mi permiso y…
Puse los ojos en blanco y congelé el tiempo. Intenté desasirme de la mano del director de mi brazo, pero me tenía bien agarrada.
Al final tuve que quitarla dedo por dedo –irónicamente me llevó bastante tiempo-, y conseguí soltarme. Salí corriendo de la habitación. Iba a encerrarles cuando me di cuenta de que Vicky también estaba dentro, así que con un gran esfuerzo la arrastré hasta afuera, la senté apoyada en la pared del pasillo, y cerré la habitación con llave. Me la guardé en el bolsillo de mis vaqueros y empecé a caminar. Volví a descongelar el tiempo cuando bajé las escaleras. Arriba pude oír los gritos del director y los guardianes, y a Vicky intentando forcejear la puerta para abrirla. Sonreí animadamente mientras seguía caminando para salir fuera del internado, pero la sonrisa se me borró de la cara cuando Jack se interpuso en mi camino.