Entramos en la cocina, y le aparté una silla de la mesa para que se sentara.
-Bien, dime, ¿qué quieres? -le pregunté.
-Es que... no... -vaciló unos momentos- no tengo hambre. -dijo con miedo de mi reacción.
-¡¿Cómo que no quieres comer?! -negó con la cabeza- De eso nada. Quiero que comas algo. Por favor... -le miré tiernamente para que cediera, y funcionó.
Suspiró.
-Está bien... por ahora sólo me conformaré con... ¿un tazón de cereales?
-Y una fruta.
-No...
-Fruta.
-No.
Me crucé de brazos.
-Si. -dije decidido.
Volvió a suspirar, pero no me dijo que no, así que busqué dónde estaba cada cosa y se lo serví. Me senté a su lado, por si quería escapar, aunque creo que no era el caso. Cuando terminó de comer todo, la conduje hasta su habitación. Se acostó en la cama mirando hacia mí, y la tapé con las mantas. Luego me puse a su lado, pero sin taparme, y la abracé para que pudiera dormir.
-Venga, ahora duerme. -le susurré mientras le daba un beso en la frente.
-Pero... ¿te irás? Si te vas, entonces no me duermo. -dijo abrazándome más fuerte.
-A ver... ¿qué quieres para dormirte? -le dije mientras le daba otro beso.
Oí como el corazón se le disparó.
-Mmm... vale, quiero... quiero que me cuentes un cuento.
-¿Un cuento? Bueno... Había... había una vez un príncipe que no era nada feliz en su castillo. Tenía muchas pretendientas, pero él no se interesaba por ellas, ya que todas eran tontas, imbéciles, estúpidas... -me miró extrañada, me aclaré la garganta y seguí- ejem... quiero decir... intentaban conseguir al príncipe por los medios más... ridículos posibles. Bueno, por dónde iba, ah, éste no era feliz. Pero un día en el castillo apareció una hermosa y dulce joven, del que el príncipe se enamoró perdidamente, pero su madre no lo aceptaba, y a su padre le daba exactamente lo mismo, para mi al... para su alivio. Emm... En... en un baile del castillo, el príncipe invitó a la joven para que fuera con él, y así decirle cuánto la amaba, pero claro... también había dificultades, pero pudo decírselo, y desde entonces, están juntos, pero...
-¿Pero? -dijo interesada.
-Pero la joven tuvo que marcharse a un reino muy, muy lejano, dejando al príncipe solo y desamparado, incluso perdido de sí mismo. Y tuvo una pelea...
-Ya hablaremos tú y yo de esa pel... -le tapé la boca con dos dedos.
-Exacto, ya hablaremos en otro momento. Entonces... la pobre también cogió depresión, aunque diferente y muchísimo peor que la de él, así que el príncipe, sin poder aguantar más la presión de estar sin ella, viajó hasta ese lugar tan lejano, y la encontró muy, muy enferma. Y la joven, al ver al príncipe en el lugar, se alegró tanto que se puso bien. Fin.
-Me encantó la historia, pero...
-¿Pero...? -suspiró.
-¿Por qué te peleaste por mí? Me han dicho que ahora no respiras muy bien y que perdiste mucha sangre. ¿Sabes lo mal que me sentó eso? ¿Saber que te habías hecho muchísimo daño por mi culpa?
-No, no fue por tu culpa. Fue por ese...
-Ssshh... si, si que fue por mi culpa. Por favor, no vuelvas a hacer una cosa así... Si no vuelves a preocuparme me dormiré.
-Mmm... bueno... está bien. No me pelearé más. Te lo prometo.
-Gracias...
Cerró los ojos y se durmió enseguida. Me levanté de la cama con mucho cuidado y bajé hasta el piso de abajo. Sus padres estaban en la cocina, sentados. Al verme, sonrieron.
-Bueno, veréis... está bien. Acaba de comer y ahora está durmiendo. -les dije para tranquilizarles.
Ambos suspiraron a la vez.
-Muchas gracias, Drake. En serio, muchísimas gracias. Pero... ¿le pediste permiso a tus padres para venir? -dijo su madre.
-Ejem... no. Es más, mis padres seguramente estarán viniendo hacia aquí... para matarme.
-¡¿Cómo?! ¡¿No les dijiste nada?! ¡¿Te escapaste?! ¡¿Por qué?!
-Emm... porque sabía que no me iban a dejar y... sobre todo, la razón de que haya venido hasta aquí... es por vuestra hija.
-¿Qué? -preguntó el padre.
Suspiré y me aclaré la garganta. Total se iban a enterar de un momento a otro, ¿y qué mejor momento que el que ahora?
-Estoy... estoy completamente enamorado de Claire... y ella lo mismo de mí -según me dijo claro- Y... somos novios desde hace bastante tiempo... y el motivo de la depresión de Claire... era yo... era que nos separamos. Siento que...
-No, no. Lo entendemos. -dijo su madre- Eres... eres un gran chico Drake, de verdad. Y lo que tuvimos tu madre y yo no implica que os separemos a vosotros. -se levantó y se acercó a mí- Muchísimas gracias, Drake, de verdad. -y me dio un fuerte abrazo.
De repente timbraron en la puerta. Su madre se separó de mí y tragó saliva, igual que su marido y yo, sonoramente.
-Tranquilos, ya voy yo. -dijo él.
-Está bien... -ella me echó hacia atrás, como protegiéndome.
Buena falta que me iba a hacer ahora.