martes, 29 de marzo de 2011

Capítulo 24

-¡Ya está! –gritó Danielle desde el interior de la habitación.
Axel se había recompuesto, y entró, cerrando detrás de él. Danielle estaba vestida con un camisón de los muchos que había dentro de la cómoda, y estaba sentada en la cama. Rehuían ambos las miradas.
-Eh… bien. Espero que este incidente no… -carraspeó-. Bueno, dejémoslo.
-¡¿Pero es que no sabes preguntar antes de pasar?!
-Es que yo… no creía que estuvieras… Dios, lo siento. No era mi intención y…
-Olvídalo. A ver, ¿para qué vienes?
Entre el silencio que siguió se escucharon los rugidos débiles provenientes del estómago de Danielle. Axel la miró por fin.
-A eso –la señaló con la cabeza-. ¿Qué es eso de que no quieres comer?
-No.
-Si no comes, te debilitarás mucho, y estarás enferma. Y no quiero que eso pase. Así que come algo, anda.
-He dicho que no. No quiero.
Axel suspiró.
-Está bien. Haz lo que quieras. Pero cuando vengas y me supliques comer, a ver quién te lo da. Porque yo no.
-No lo haré, tranquilo.
El joven asintió y se fue del cuarto. Entonces petaron en la puerta principal.
Dina, la anciana, fue a abrirla. Se sorprendió al encontrarse con un muchacho de no más de dieciocho años en el umbral.
-¿Qué desea, joven?
-¿Vive aquí Axel Alexander?
-Sí.
-Deseo hablar con él.
-Hum, no sé si…
Axel apareció por detrás de la anciana, y le puso la mano en el hombro.
-Está bien, Dina. Ya me encargo yo. Ve a dentro y descansa un poco.
-Sí, señor.
Cuando la mujer se fue, Axel miró al joven. Pensó que debía empezar a cerrar los portales del jardín.
Se cruzó de brazos y se apoyó en el marco de la puerta, sonriendo amablemente.
-Dime muchacho, ¿qué buscas?
-Bien. Quería saber si usted estuvo ayer con mi amiga –remarcó las últimas palabras- en la cena.
-¿Y tu amiga es…?
-Danielle Gilbert.
-Sí, así es. La joven desaparecida, ¿verdad? Lamento mucho su… marcha, secuestro, o lo que pueda ser.
-Sí. Y usted no sabrá por casualidad dónde está, ¿no?
-¿Debería?
-No sé, digo yo que fue con usted con quién tuvo más… tacto, anoche.
Axel sonrió un poco. Se notaba que el muchacho estaba celoso.
-Pues no, no sé dónde reside, sin embargo, debería ver por la mansión del señor Jackson. A lo mejor puede haber algo.
-Ya, pero…
Por detrás de Axel apareció Max, con el pijama puesto y con las manos alzadas, perseguido por Gina.
-¡Max, vuelve aquí! –le dijo ésta.
-¡Ash! Quiero que me lleves a cama.
El joven miró a Max con atención, y Axel sonrió. Bendito niño, pensó alegre.
-Ahora mismo voy –miró al muchacho-. Bueno, debo irme. Hasta pronto, joven.
-Sí, hasta… pronto.
Y se fue. Axel cerró la puerta, y suspiró aliviado. Se volvió hacia Max y lo cogió en brazos. Miró a Gina.
-Gina, puedes irte cuando quieras. Ya va siendo tarde, y no quiero que vayas a casa de noche.
-Bien.
Su preocupación por ella la conmovió, así que le hizo caso y se fue temprano, junto con Dina y Blake.
Axel llevó a Max a su cama, le contó un cuento, y al momento, se durmió. Axel le dio un beso en la frente y salió de su habitación. Luego fue a la de Danielle, y ésta también se había acostado ya.

domingo, 27 de marzo de 2011

Capítulo 23

Ya por la tarde-noche, Ethan había llegado a su casa.
Y le sermoneaba a su padre.
En la sala, mientras éste último leía el periódico y apuntaba notas, su hijo no paraba de hablarle.
-¡Papá! ¡Todavía no me creo que hayas dejado que Danielle desapareciera! ¡¿Es que no lo entiendes?! ¡¿Qué vas a hacer?!
-Ay, hijo, calla. Estoy intentando descubrir el paradero de la muchacha. No me presiones. Además, que sólo ha pasado un día. Tranquilízate. No le pasará nada.
-¡¿Y cómo lo sabes?! ¡¿Y si está muerta?! ¡¿Y si…?!
-¡Dios, Ethan, cállate! Ya sé que te gusta la joven, pero no hay por qué ponerse así.
Ethan se ruborizó violentamente.
-No… no me gusta.
-Hijo, se te nota a cien millas a la redonda. Ya podrías ser como el joven Axel, tan educado y amable.
-¿Axel? ¿Quién es?
-Pues un muchacho que ayer estuvo a punto de robarte a tu amiga.
-¿Qué… qué quieres decir?
-Estuvieron bailando casi toda la noche –revisó sus apuntes-. Y se notaba que Danielle babeaba por él –rió-. Esta juventud… Si no te das prisa, me parece que te vas a quedar sin ella. Bueno, cuando la encontremos, claro.
Ethan se cruzó de brazos.
-Y… ¿me puedes decir dónde vive?
-¿Hum? ¿Para qué?
-Me gustaría conocerle.
-Oh, pues aquí está su dirección –le tendió una hoja con una calle escrita-. Es una casa enorme. Creo que cuando la veas, ya sabrás que es esa.
-Vale, gracias papá.
Mientras, Gina fue hacia el despacho de Axel, enfadada.
-Señor.
-¿Sí, Gina?
Al mirarla, ésta se ruborizó ligeramente, pero seguía implausible.
-La muchacha, que no desea comer todavía –Axel alzó las cejas.
-¿Cómo? Pero si lleva desde ayer sin comer.
-Ya, pero no quiere.
El joven suspiró, se acarició el mentón exasperado y se levantó.
-Gracias, Gina. Ya voy yo. Intentaré hablar con ella.
Le sonrió y salió de la habitación. Gina suspiró.
Axel recorrió el pasillo, subió las escaleras y fue directamente hacia la habitación donde dormía Danielle.
Petó en la puerta, y abrió sin siquiera escuchar el asentimiento. Pero cometió un grave error.
Danielle lanzó un grito y se tapó rápidamente con su vestido todo lo que pudo.
Axel se quedó con la boca medio abierta.
-¿Estás… desnuda? –preguntó un poco confuso.
-¡Me estaba cambiando! –Danielle se ruborizó muchísimo-. ¡Pero deja de mirarme! ¡Vete! ¡Lárgate!
-Lo siento –y cerró rápidamente.
Axel se apoyó en el marco de la puerta sonrojado, muerto de la vergüenza. Le costaba respirar, y el corazón le latía frenético.
Gina apareció por allí, y al verlo en ese estado, se alarmó.
-¡Dios mío, señor, ¿está bien?! ¿Qué ha pasado?
Axel la miró, todavía exhausto.
-¿Em? –Sacudió la cabeza-. Oh, eh… na… nada, absolutamente… nada.
-No lo parece.
-Ya, bu… bueno, estoy… estoy esperando –carraspeó-. ¿Puedes ir a ver cómo está Max?
-Claro…
Aunque todavía no estaba segura, se marchó.
Axel colocó las manos detrás de la espalda, se volvió a apoyar en la pared y echó la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos, pensativo.

viernes, 25 de marzo de 2011

Capítulo 22

En Irlanda, mientras los abuelos de Ethan, su madre y éste desayunaban, cogió el periódico y lo leyó.
Estaba bebiendo una taza de café cuando leyó la noticia. Entonces lo escupió todo encima de la mesa.
Su familia lo miró sorprendida.
-¿Ethan…?
-Oh, Dios mío. Mamá, ¿esta no es…?
En la hoja de papel salía la foto de Danielle, y debajo, desaparecida.
Al joven le dio un vuelco el corazón. Se levantó de la mesa rápidamente.
-Mamá, tenemos que irnos.
-Pero si…
-¡Mamá, se trata de Danielle! ¡Nadie sabe dónde está, y papá está intentando encontrarla! ¡Tengo que ayudarlo!
Su madre asintió, y ambos subieron las escaleras de la casa para hacer las maletas. Luego se despidieron de sus abuelos y partieron hacia Inglaterra.
Mientras, Danielle se acercaba a Axel, vacilante pero decidida, y lo miró.
Éste le devolvió la mirada.
-¿Me buscaban? –preguntó con voz inocente.
Axel tuvo que tragar saliva antes de contestar para que le bajara el nudo que tenía en la garganta. Se incorporó.
-Sí –acertó a decir.
-Esto… debe de ser muy duro para ti, pero date cuenta de que es obvio. Es lo que tiene cometer delitos.
-Por favor, ahora no –frunció el ceño-. Tengo muchas cosas en la cabeza. Escucha… te dejaré salir de aquí si no le dices nada al jefe de policía.
-No puedo. Tengo que decírselo. Es mi obligación. Intenta comprenderlo.
-Lo comprendo. Si yo estuviera en tu lugar, haría lo mismo. Pero también ponte en mi situación. Si me delatas, recibiré dos cosas y me quitarán dos cosas. Recibiré la aceptación de un juicio y la sentencia a muerte por robo y secuestro. Y me quitarán todo lo que tengo, y lo peor de todo, perderé el cariño y el respeto de la única persona a la que quiero más que a mi vida –suspiró-. Aunque bueno, supongo que da igual, me lo merezco.
Se apartó de la puerta, y se dirigió a las escaleras.
-¿Adónde vas?
-A mi cuarto. Voy a dormir un poco.
-¿No has dormido en toda la noche?
-No pude. Estuviste toda la noche gritando en pesadillas. Y alguien tenía que ocuparse de ti.
Y subió las escaleras.
Sí, ella sólo daba problemas en esa casa. Y aún así tenía prohibido irse. Estupendo.

martes, 22 de marzo de 2011

Capítulo 21

Axel bajó las escaleras, mirando de paso que pasaba por los pasillos, los cuartos contiguos para ver si las mujeres o Blake estaban por allí, pero ni rastro.
Seguían petando en la puerta, así que corrió y la abrió.
El jefe de policía, con dos hombres detrás, lo miraron.
-Buenos días, señor Alexander.
Axel intentó sacar su sonrisa más encantadora.
-Buenos días, jefe. ¿A qué viene tan grata visita?
-Veníamos a hacerle unas preguntas sobre la señorita Gilbert. Ya sabe, la chica que desapareció ayer por la noche…
Axel guardó las manos en los bolsillos delanteros del pantalón, y asintió.
-Por supuesto, será un placer responderlas. Pero dígame, ¿por qué me ha elegido a mí?
-Oh, no sólo a usted. Todos los que estuvieron presentes fueron sometidos a cuestiones.
-Entiendo. Pero por favor, pasen, no se queden ahí.
-No, no, son cortas, será rápido. Tenemos muchas cosas que hacer.
-Bien. Cuando usted lo desee.
-Dígame, ¿cuándo fue la última vez que vio a la joven?
-A las once y cincuenta y siete de la noche –mintió sin vacilar.
-Ajá –uno de los hombres empezó a apuntar en una libreta. El otro miraba a Axel con los ojos entrecerrados, y tenía una mano apoyada en el mango de su espada-. Adoro cuando los interrogados son tan directos y precisos. Bueno, ¿pudo escuchar algún ruido proveniente del exterior?
-Debo recordarle, aunque no querría ofenderle, de que estuve con usted en esos momentos. Así que no, no pude escucharlo.
-¡Oh, es verdad! George, apunta –le dijo al hombre.
El otro policía se inclinó y le susurró algo al oído al jefe sin apartar la vista de Axel.
Luego ambos le miraron.
-Ya. Dígame, señor Alexander, ¿tuvo algún trato con la muchacha alguna vez?
-Nunca –volvió a mentir-. En realidad, sólo he hablado con ella cuando me la presentaron y cuando me concedió un baile. Luego no intercambiamos palabra alguna, señor.
Aunque el policía joven lo miraba con sospecha, el jefe no fue tan astuto, y se creyó todas las palabras.
-Bien, ¡muchas gracias! Y sentimos haberle molestado.
-No se preocupe. Es un gran placer volver a hablar con usted –se inclinó en una leve reverencia-. Las puertas de mi casa están siempre abiertas para usted.
El jefe, con una sonrisa de oreja a oreja, se volvió con los jóvenes mientras susurraba:
-¡Cómo adoro a este joven! Ojalá mi hijo Ethan fuese tan educado y estupendo como este chico.
Recorrieron el jardín delantero por el camino y salieron por el portal, cerrándolo, mientras Axel se aseguraba de que se marchaban.
Cuando se fueron, sacó las manos de los bolsillos y cerró la puerta.
Entonces suspiró destrozado y se apoyó de espaldas a la puerta, para luego inclinar la cabeza hacia atrás hasta chocar contra ésta. El corazón le latía frenético. Danielle apareció por el corredor principal, y al ver a Axel tan derrumbado, una extraña sensación le corrió por el estómago.
Muy, muy extraño…

domingo, 20 de marzo de 2011

Capítulo 20

Danielle miró a Max, y se mordió el labio.
-¿Tú conoces… al ladrón de Londres?
-¡Por supuesto!
-Y no te preocupa… no sé, ¿que sea alguien conocido?
Max empezó a mover sus pies, mirándolos.
-¿Por qué debería? Además, me gustaría conocerlo. Es cierto que es malo, pero me sorprende que todavía no le hayan capturado. Eso dice mucho de él.
Danielle suspiró.
-Pero… ¿no crees que tiene alguna que otra semejanza con… Axel?
-¿Con Ash? –Max frunció el ceño, extrañado-. Ash no se parece en nada. Bueno, sí, en que los dos son muy listos. Pero Ash no es muy valiente que digamos, se asusta por bastantes cosas, como cuando fui por detrás y le di un buen susto, y tiene miedo de muchas cosas, y de los policías y los cuchillos ni te imaginas. No me lo imagino con una pistola o una espada en las manos, y enfrentándose a los policías, menos. Y además, tiene vértigo. Los ladrones no pueden tener vértigo, sino, ¿cómo podrían robar desde arriba? Oh, y ni hablemos de lo despacio que corre, y hace mucho ruido. Vamos, que no, no me lo imagino.
Danielle alzó las cejas. Parece que a Axel, además de robar, se le daba muy bien mentir. Quizá demasiado bien. Y actuar, ya ni digamos.
-Entiendo –concluyó finalmente.
-Sí, así que no te preocupes, que Ash no puede ser el ladrón.
De repente, se escucharon unas fuetes pisadas en el pasillo, y la puerta de la habitación se abrió, apareciendo Axel por ella. Intentaba sonreír, pero se le notaba que lo hacía a la fuerza.
-Max, deberías ir a alimentar a tu caballo.
-¡Oh, es verdad!
El niño bajó de la cama de un salto, de despidió de Danielle con una mano y se fue.
Axel cerró la puerta detrás de él después de que Max se fuera, y miró a Danielle echando chispas por los ojos.
-¿Tú qué pretendes, hundirme? –le soltó después de que se le borrara la sonrisa falsa de la cara.
Se acercó a ella, esta vez sigilosamente –cosa que demostraba su verdadera agilidad, y no al engaño que tenía sometido al pequeño-, y se cruzó de brazos, apretando la mandíbula.
-Simplemente creo que Max debería saber la verdad de quién es su hermano, y no unas mentiras, que aunque sean piadosas, no se asemejan en nada a la realidad.
-Quizá no, pero mientras yo siga vivo, el niño no tendrá por qué saber nada de lo que hago.
-¡Pues debería! ¡Técnicamente está viviendo en una burbuja de cristal! Dime, Axel, ¿el pequeño tiene amigos?
Axel desvió la mirada, y negó con la cabeza.
-No, no tiene –susurró.
-¿Y lo dejas salir de casa cuando él quiere?
-No. Pero es por algo que tú no comprendes.
-Ya, no me lo digas. Es por la misma razón por la que robas, ¿no? –replicó con sarcasmo.
-¿Y si te dijera que sí? ¿Qué harías?
-Pues volver a pensar que eres cruel. Es increíble que dejes al niño aquí, encerrado y aislado, y aún por encima mentirle por algo que es un capricho tuyo.
-¡No es mi maldito capricho!
Entonces escucharon un petar fuerte en la puerta principal del piso de abajo. Axel y Danielle se miraron confusos.
-¡Gina! –nada-. ¡Dina!
Ninguna respuesta por parte de las mujeres.
-¡Policía! –gritaron desde afuera-. ¡Venimos a hacer unas preguntas al señor Alexander!
Axel miró a la joven.
-Quédate aquí.
-No puedes obligarme –replicó ella.
-Si no lo haces me aseguraré de atarte a una silla y sentarme encima hasta que dejes de ser tan testaruda. Y créeme, yo soy más cabezota que tú.
Y la dejó allí.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Capítulo 19

** ¡Lo siento, lo siento, lo siento! >.<
Quería renovar, y últimamente estoy fallando en mis promesas, pero es que acabo de volver de Londres y allí no había internet ni nada, así que... lo siento.
Aquí tenéis el siguiente capítulo...


Gina había metido a Max en la bañera, y éste jugaba con la espuma que se había formado a causa del jabón, mientras ella le frotaba con suavidad la espalda con una esponja.
De repente, dejó de chapotear en el agua, y miró a Gina con tristeza.
-¿Qué pasa, señorito? –le preguntó preocupada. Le acarició el pelo negro, completamente mojado y lleno de jabón.
-Hum… Ash… ¿es malo?
-¿El señor Axel? ¿Cómo puede pensar una cosa tan horrible?
El niño se encogió de hombros, un poco avergonzado, y siguió jugando distraídamente.
-Los papás de la chica la buscaban, y Axel no les dijo nada. ¿Por qué?
-Bueno…
Axel le había contado todo por la noche. Ella se había sorprendido cuando lo había encontrado en la puerta de su casa con la chica dormida en brazos, desesperado. Todavía le ronroneaban las palabras que había pronunciado: “Gina, ayúdame. No sé qué hacer”.
Luego él le explicó todo lo sucedido, y por supuesto, ella hizo todo lo que pudo. Y bueno, visto lo visto, salió bien. Pero le había prometido a Axel que nunca le diría a su hermano qué hace en realidad.
-Porque… -respiró hondo-. Tu hermano tiene muchas cosas en la cabeza, Max. Cuando seas mayor, te explicará todo, de verdad.
Max no estaba satisfecho con esa seca respuesta, pero asintió y siguió jugando.
Luego, después de secarlo y vestirlo, Gina lo dejó jugando en su habitación. Aunque se aburría muchísimo, por lo que decidió salir de allí e ir al cuarto donde residía Danielle.
Se la encontró llorando encima de la cama, silenciosa, y una sensación de vértigo le inundó el estómago. Se acercó a ella, y se sentó a su lado. La muchacha alzó la mirada con los ojos vidriosos, y se sorprendió muchísimo cuando el pequeño Max le sonrió mientras alzaba sus manitas para enjugarle las lágrimas. Al acabar, asintió satisfecho.
-Las señoritas no deben llorar –cruzó las piernas para estar más cómodamente, y frunció el ceño-. Siempre creen que están más guapas con la cara llena de lágrimas, pero no es verdad –la miró sonriente-. La mayor belleza de una mujer es una sonrisa.
Danielle alzó las cejas ante las palabras del niño.
-O eso es lo que dice siempre Axel cuando ve a una llorar.
Ella sonrió, se secó mejor la cara, y suspiró.
-Tú… lo quieres mucho, ¿no?
-Muchísimo. De mayor, quiero ser como él.
Danielle sabía que no debía decirle nada al niño, pero se le antojaba imposible…

En el cap. 20...

"-¿Tú conoces… al ladrón de Londres?
-¡Por supuesto!
-Y no te preocupa… no sé, ¿que sea alguien conocido?"

"-¿Tú qué pretendes, hundirme? –le soltó después de que se le borrara la sonrisa falsa de la cara."

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Y para terminar, si os gustan los pensamientos de cada persona y las frases y diálogos de amor, entonces visitad este blog:
La buhardilla de mi tejado

viernes, 4 de marzo de 2011

Capítulo 18

Danielle siguió a Axel hasta uno de las muchas habitaciones que había por el pasillo. Ambos entraron, y ésta se encontró con una habitación de niño, con diversos muebles que la adornaban, y una estantería enorme completa de coches que todavía no se habían vendido en la realidad. Como… maquetas.
El pequeño Max estaba de pie ante un gran espejo, y la chica pelirroja acuclillada a su lado, poniéndole hielo en la frente. Al pasar, ambos los miraron, sobre todo a Danielle. Ésta tragó saliva ya que se dio cuenta de que la mujer la miraba con los ojos entrecerrados, aunque al niño parecía habérsele pasado el enfado.
-¡Hola! –saludó.
Axel les sonrió, y luego se giró hacia Danielle. Ésta dio un pequeño respingo.
-¿No vas a decirle nada? –le preguntó.
-¿Qué…? ¡Ah! ¡Claro! –la joven fue hacia Max, y le cogió una mano entre las suyas-. Pequeño…
-Me llamo Max.
-Oh, es verdad. Max. Lo siento mucho. No pretendía darte un golpe y… -miró la frente roja, fría bajo la bolsa del congelado hielo, aguantada por la mano de Gina-. ¡Dios mío, menudo chichón!
Max sonrió orgulloso, y colocó las manos en la cintura, haciendo apartar a Gina de él, y se volvió hacia el espejo.
-¡Queda genial! Ahora podré ir presumiendo por ahí de este enorme golpe –miró a Axel-. ¡Ash! ¿A que está genial?
Axel se rió por el énfasis del pequeño. Se acercó a él y le revolvió el pelo.
-Sí, Max. Ya eres un muchacho muy maduro.
El niño sonrió ampliamente, y asintió. Axel se inclinó, le besó en el pelo, y luego se dirigió a Gina.
-Gina, querida, si no te importa, ¿podrías bañar a Max?
-Por supuesto, señor.
Axel asintió y se fue de la habitación, seguido rápidamente por Danielle. Mientras caminaban por el pasillo, Ash tenía la cabeza gacha, con los ojos ensombrecidos por los mechones de pelo negro que le caían, impidiendo a Danielle verlos.
-Axel, ¿dónde está el dinero que le robaste al señor Jackson?
-Con todos mis respetos, no es de tu incumbencia, Danielle.
-Pero tienes que devolvérselo.
Axel frenó de repente. Seguía sin levantar la vista. Aún así, sus ojos seguían estando un palmo más por encima de ella.
-No.
-Pero…
-Te he dicho que no.
A Danielle le cabreó tanto su frialdad que empezó a gritarle.
-¿Cómo que no? ¡Ese dinero era de él!
Axel, esta vez, alzó la mirada, y apretó la mandíbula.
-¡Puede que tenga bastante, pero era suyo! ¡No tienes derecho a arrebatarle nada a nadie, maldito ser despreciable! –Se estaba pasando, lo sabía, pero las palabras le salían de la boca solas, sin que ella pudiera hacer nada-. ¡Él necesita ese dinero, ¿sabes?!
-¡¡Pero yo lo necesito más!! –gritó Axel, y apretó los puños, intentando controlarse-. ¡Tú no sabes nada de mí ni por qué hago todo esto! ¡¿Tú crees que a mí me gusta quitarle cosas a la gente que se las ha ganado honradamente?! ¡No, no me gusta! Pero si no lo hago… -se calló en el último momento, y chasqueó la lengua-. Mira, déjalo, ¿de acuerdo?
-Hum. Por ahora. Pero quiero irme a casa.
-No puedo dejarte ir.
-¡No le diré nada a nadie!
-Me estás mintiendo. Y sobre todo ahora, que sabes que soy un monstruo, ¿no? –Contestó con tono irónico, pero se recompuso al momento, adoptando un tono de súplica-. No puedo.
Y se fue sin más. Danielle se apoyó en la pared, intentando aguantar las lágrimas.

En el cap. 19...

"-Las señoritas no deben llorar –cruzó las piernas para estar más cómodamente, y frunció el ceño-. Siempre creen que están más guapas con la cara llena de lágrimas, pero no es verdad –la miró sonriente-. La mayor belleza de una mujer es una sonrisa.
Danielle alzó las cejas ante las palabras del niño."

martes, 1 de marzo de 2011

Capítulo 17

Axel la sentó en la cama después de que llamara a Dina, la anciana, para que recogiera los cristales, y cogió un botiquín. Luego una silla delante de ella, y se sentó, con su pie sobre el regazo. Tenía el cristal clavado en el pie.
-Me duele mucho –susurró ella.
-Lo sé, no se preocupe. Intentaré que sufra lo menos posible.
Danielle, mientras Axel la ayudaba, se dio cuenta de que le estaba dejando curarla a un ladrón. ¿Y si también asesinaba a las personas?
Empezó a temblar ligeramente, y el joven alzó la cabeza.
-¿Pasa algo?
-Hum… usted… nunca creí que precisamente usted…
-¿Robara?
-Sí, bueno… Usted… es tan considerado y amable…
Bajó la mirada, y siguió curando su herida.
-Ya.
-¿Puedo saber… qué motivos le impulsa a hacer todo eso?
-Son buenos motivos, créame. Y sé que ahora mismo puede estar odiándome y temiendo que de un momento a otro la ataque, pero no lo haré. No soy esa clase de persona.
-Pero usted… ¿no ha matado nunca entonces?
Axel se molestó por la pregunta. Frunció el ceño.
-¡Claro que no! Sería incapaz de arrebatarle la vida a ningún ser vivo. No sé ni cómo se le ocurre semejante patraña.
-Lo siento –se disculpó ella sobrecogida.
Notaba que no era bienvenida en esa casa, pues por ahora, con todos los que se había encontrado se habían enfadado con ella.
Axel suspiró cansado, se levantó apartando la silla hacia un lado y, cogiendo el botiquín, la miró.
-No se mueva, podría hacerse daño otra vez.
Danielle asintió asustada, y Axel salió de la habitación, y volvió al cabo del rato. La cogió en brazos otra vez, y ella se ruborizó violentamente, temiendo tocarlo con las manos. Axel sonrió divertido mientras avanzaba hacia la puerta.
-Es usted muy inocente, señorita Gilbert. ¿Le da vergüenza que un hombre la coja en brazos?
-Un poco, como comprenderá.
-Entonces lo lamento, no quería incomodarla, pero tampoco dañarla. Tenía que elegir entre las dos opciones, y elegí no dañarla, como comprenderá –dijo estas dos últimas palabras con un ligero tono irónico.
Danielle puso los ojos en blanco, y Axel la dejó en el seguro suelo, al lado de dos zapatillas.
-Póngaselas, señorita Gilbert,
-Esto… ¿podría tutearme? Me resulta un poco…
-Claro que sí. Pero a cambio tú también me tutearás a mí.
-Bien, de acuerdo, señor Alexander.
-Y, por supuesto, me llamarás por mi nombre de pila.
-Oh, de acuerdo, Axel. Pero que quede claro que por esto no confío en ti. Todavía eres un ladrón, y…
Axel le puso los dedos, índice y corazón, en los labios, para que se callara. Danielle dio un ligero respingo, pero no se apartó.
-Ya te he dicho que todo tiene una razón, incluido un servidor. Pero de todos modos, no importa. Y siento ser tan escrupuloso contigo, Danielle, pero una vida y una libertad dependen de ti.
Axel empezó a salir por la puerta, dejándola atrás.
-¿Por qué debería importarme tu vida?
El joven se paró, se guardó las manos en los bolsillos del pantalón y sin mirarla, le respondió:
-No he dicho que fuera mi vida, Danielle, la que está en tus manos en estos momentos.
Y sin decir nada más, se fue, dejándola sorprendida con la boca medio abierta.

En el cap. 18...

"-Axel, ¿dónde está el dinero que le robaste al señor Jackson?
-Con todos mis respetos, no es de tu incumbencia, Danielle.
-Pero tienes que devolvérselo.
Axel frenó de repente. Seguía sin levantar la vista. Aún así, sus ojos seguían estando un palmo más por encima de ella.
-No."