martes, 28 de diciembre de 2010

Doble capítulo

Capítulo 6


Como habían previsto, las nubes descargaron toda la lluvia que pudieron sobre Londres.
Danielle y Ethan entraron rápidamente en la casa de éste último, y casualmente su padre ya había llegado.
El padre de Ethan era el jefe de policía, que intentaba por todos los medios frenar la oleada de robos que habían acaecido en la ciudad durante los últimos años. Pero no lo conseguía, y Danielle estaba enfadada con él por ese motivo. Siempre discutían sobre el tema.
Al verlos, les saludó con un movimiento de cabeza y se puso a leer el periódico. Alzó las cejas al leer la entrevista que los reporteros le habían hecho a uno de sus hombres por el robo del collar de ciento diez mil libras. Se frotó la frente, y suspiró.
Danielle se le acercó.
-Qué. ¿Otro robo?
-Danielle, no empecemos.
-No empiezo, es sólo que…
-Danielle –Ethan la cogió del brazo-. Deja a mi padre tranquilo, anda.
-Pero… Agh, vale. Emm… Ethan, ¿puedes ir a cogerme un vaso de agua?
-Hum, claro.
El joven se fue a la cocina, y Danielle miró al hombre.
-Tengo una idea para atrapar al ladrón.
El padre de Ethan la miró, interrogante.
-Verás, es obvio que el ladrón, si es tan listo como dicen, irá a la cena del señor Jackson, y me supongo que intentará robarle su dinero.
-Continúa.
-Bien, pues podrían hacer una pequeña redada para cogerle por fin. Sólo tiene que esperar para que vaya hacia el botín… ¡y le cogen!
-¿Pero no se dará cuenta de que la casa estará llena de policías?
-Se esconden.
-Hum, bueno…
-Aunque Ethan me ha dicho que no estaríais ese día…
-No, él y mi mujer no estarán. Van a visitar a sus abuelos maternos, yo debo quedarme aquí.
-Bien.
En ese momento, Ethan apareció por la sala con un vaso de agua, y se lo tendió a Danielle.
-Toma.
-Gracias.
Bebió, y lo dejó encima de la mesita.
-Bueno, yo debo irme ya, que me están esperando para comer. ¡Chao!
-¡Pero Danielle…!
La chica se despidió con la mano y salió por la puerta.
Mientras iba por la calle, pensaba en cómo podrían hacer la redada. Habría que ser más listos que el ladrón, y eso era complicado.

Capítulo 7

Dejando a Max con los caballos mientras Dina limpiaba la sangre del suelo, Axel volvió a su despacho. Se acercó a su escritorio, apoyó las manos en el extremo de éste todavía de pie, y agachó la cabeza, pensativo, dejando caer los mechones de su pelo caer sobre la cara. Cerró los ojos. Aún no se había recuperado del susto que le había dado el pequeño, pero tenía que convivir con ello. Sabía que Max estaba muy débil, no era un niño normal. No podía jugar con los otros niños, ni hacer grandes esfuerzos, ni correr mucho. Y también sabía que su vida se acabaría antes que la de los demás. Mucho antes. Y eso lo mataba por dentro.
Sus padres habían muerto hacía cuatro años, cuando él sólo tenía dieciséis tiernos años, y nunca habían sido ricos. Es más, mientras sus padres habían vivido, su familia fue muy pobre. Pero fueron felices igualmente. Y después de la felicidad, sus padres se habían ido para siempre y le habían dejado con una gran responsabilidad: un niño, un bebé, que en esos momentos era toda su vida. Y le había costado sangre, sudor y lágrimas, literalmente, para tener todo lo que tenían ahora.
Sus pensamientos se dispersaron cuando Gina entró en el despacho. Al ver a Axel apoyado contra el escritorio cabizbajo, se colocó a su lado, y le miró.
-Señor, ¿está bien? –le preguntó, queriendo, deseando, posar una mano en su espalda para animarle, pero eso le resultaba vergonzoso.
Axel, con el pelo todavía tapándole algunas partes de la cara, alzó una intensa mirada hacia los ojos verdes de ella, y sonrió.
Gina se ruborizó violentamente, con el corazón martilleándole el pecho, y como no sabía dónde meterse, miró hacia la ventana detrás del sillón del despacho.
-Estoy bien, Gina, no te preocupes. Y ya te he dicho mil veces que no hace falta que me trates de usted; ya llevas un año aquí, puedes tutearme.
-Lo sé, pero sería de… -volvió a mirarle a los ojos, y al quedarse prendada de ellos, tragó saliva y balbuceó- …de mala… esto… educación.
Axel se incorporó, y se cruzó de brazos.
-¿A estas alturas y todavía tienes vergüenza? –sonrió con una pequeña pizca de diversión y mucho afecto.
-Bue… bueno, será… será mejor… será mejor que me vaya para… para ocuparme de… de algunas cosas…
Se volvió, y fue hacia la puerta, pero antes de coger el pomo, frenó.
-Señor… ¿va a intentar robar en casa del señor Jackson?
Axel apretó los labios ante la mención del robo, y suspiró. Gina era la única que sabía que él era el ladrón, pues lo había descubierto leyendo unos papeles que él creía haber perdidos en el que mencionaba su décimo quinto robo con éxito. Ella se había enfadado, gritándole que cómo podía hacer algo así con la gran casa que tenía, y cuando él le explicó sus buenas razones y por qué tenía esa mansión, lo había comprendido y lo había aceptado, aunque no le gustaba nada la idea.
-Sí, debo hacerlo.
Lo miró preocupada.
-Señor, ya ha robado hace poco aquella joya tan cara, y recibió el dinero por ella. ¿Y no…?
-Entre todos los gastos en total, no. Todavía me da para un mes, pero hasta ahí llego –Gina miró al suelo-. Oh, querida, por favor, no te preocupes, intentaré por todos los medios ser muy cuidadoso –dio una palmada en el aire con las manos, y sonrió-. Bien, voy a planearlo.
-Tenga cuidado. Max estaría perdido sin usted.
-No lo estaría tanto.
-Señor, Max le idolatra. Usted es su héroe.
-Más bien parece que sea el malo de la novela.
-Usted nunca podría ser malo. Por favor, tenga mucho, muchísimo cuidado.
-Lo tendré.
Gina asintió y se fue del despacho. Axel se apoyó, cansado, contra el escritorio. Sería muy difícil, pero por Max, por su hermanito, iría hasta el fin del mundo.