-Menuda pieza de coleccionista, joven. Puedo darle cien mil libras por ella.
-Me parece un precio razonable, señor. Acepto.
Axel le tendió la piedra preciosa al inocente joyero, que cogió de la caja varios billetes, y después de contarlos, se los tendió. Axel los cogió con una sonrisa encantadora, y los guardó.
-Muchas gracias, buen hombre. Cuídelo bien.
-De nada, gracias a usted.
Axel se volvió hacia la puerta de la joyería, pero antes de salir, habló sin mirarle.
-Oh, y yo que usted, no se lo enseñaría a ningún policía.
-¿Por qué?
-Usted no lo haga, por favor.
El hombre, extrañado, asintió aún a pesar de que Axel le daba la espalda.
-No… no se preocupe.
Finalmente, el joven se fue de allí, preocupado porque el joyero no hiciera caso a sus palabras. Se temía lo peor.
Al salir del lugar, se dirigió al metro, ya que su casa estaba un poco lejos de dónde se encontraba. Ya se había cambiado de ropa antes de pisar la joyería, pues sería raro que un policía fuera a vender una joya estando supuestamente de servicio, e intercambió el disfraz por su casual chaleco azul oscuro sobre una blusa blanca y unos pantalones de tela. Al bajar las escaleras en la calle con rapidez, se chocó contra alguien, ya en el último escalón.
-¡Oh, Dios mío! ¡Perdone, señorita!
Ayudó a levantarse a la joven que se había caído por el choque, tendiéndole la mano. La chica se la tomó, se incorporó con un ligero gruñido y se limpió el vestido rosa del polvo del suelo. Suspiró.
-Oiga, debería ver por dónde va, señor…
Al alzar la mirada, la chica se encontró con unos pequeños ojos grises claros en una hermosa cara, y los pensamientos se dispersaron al momento.
-Oh, hum…
-Lo siento, lo siento, de verdad. No pretendía… Soy un despistado.
-No, no… no se preocupe. Está bien, no…
Axel se llevó la mano al interior del bolsillo del chaleco, sacó un pequeño reloj de oro atado a una cadena, y alzó las cejas.
-Oh, debo irme, llego tarde. Y le vuelvo a pedir mil disculpas.
Sonrió y se fue hacia la taquilla, dejando a la joven allí. Cogió el ticket, y cuando llegó el momento, subió al metro.