martes, 14 de diciembre de 2010

Capítulo 3

Danielle se había quedado un poco anonadada por el pequeño golpe y el chico elegante con el que se había cruzado.
¡Así que aquí estaban los hombres más guapos de Londres! Aunque el joven tenía un acento extraño…
Sacudió la cabeza ante el pensamiento y subió las escaleras, hasta llegar arriba, y se dirigió hacia la casa de su mejor amigo, Ethan, que vivía a pocas casas de dónde ella se encontraba.
Ya en la puerta principal, petó. Le abrió su madre con una sonrisa, tan encantadora como siempre.
-¡Dani! Ven cielo, pasa. Ethan está en su habitación.
-Muchas gracias.
Danielle pasó al interior de la casa, y subió las escaleras hacia la habitación de su amigo. Sin petar, entró en el cuarto, y se encontró a Ethan leyendo un ejemplar de Oliver Twist acostado en su cama, con el pelo castaño claro y liso tapándole un poco los ojos. Pero no parecía importarle. Apartó el libro y la miró. Sonrió y se incorporó.
-Vaya, pensé que no vendrías.
-Sí, bueno, es que me choqué con un chico…
A Ethan se le borró la sonrisa de la cara.
-¿Que te chocaste? ¿Con un chico?
-Sí, eso es lo que he dicho. Ay, ya veo que el oído te está empezando a fallar.
Danielle se acercó a él y le revolvió el pelo. Él sonrió otra vez, y se levantó de la cama.
-Ven, vamos a dar una vuelta –dijo ella mientras le cogía de la mano y lo sacaba de la habitación.
Salieron de la casa, y caminaron por la calle, bajo las nubes que se arremolinaban en el cielo, ensombreciendo todo Londres.
Ethan miró hacia arriba.
-Parece que va a llover de un momento a otro.
-No pasa nada. Si llueve volvemos a tu casa y listo.
La miró con una sonrisa burlona.
-Claro.
-Por cierto, ¿vas a ir a la cena que se celebra en casa del señor Jackson?
-¿La de dentro de dos días? Nos mandaron la invitación, pero no, no voy a ir.
Danielle se paró.
-¿Por qué?
-Ya sabes. Entre mañana y el domingo voy a Irlanda, a visitar a mis abuelos. La cena es el viernes.
-Ah.
Siguieron caminando, y suspiró.
-Jo, pues a ver qué hago yo ahí.
-Pues no vayas.
-Mis padres quieren que vaya.
-Pues suerte, pero a mí no me mires.
Danielle puso los ojos en blanco. Siempre le tocaban las peores cosas a ella.