lunes, 29 de noviembre de 2010

Capítulo final

Bajamos en el mismo lugar dónde Jack me había encontrado hacía ya tiempo, justo al lado de la fuente.
Todavía recordaba el camino de vuelta al piso de Jorge, así que empecé a andar. Jack, David y Nicole me siguieron. Yo me paré y les miré.
-¿Os importa… si voy sola?
-Hum… no –respondió Nicole.
-Claro que no –le siguió David.
-Sí.
Miré a Jack y suspiré.
-Por favor, Jack. Te prometo que no intentaré largarme otra vez.
Se cruzó de brazos.
-¿Cómo sé que puedo confiar en ti?
Me acerqué a él y pegué mis labios a los suyos. Luego le miré y sonreí.
-Sólo hazlo –murmuré.
Jack tragó saliva sonoramente mientras dejaba caer los brazos a los costados y me miraba anonadado.
Me volví y corrí hacia el edificio. Justo por dentro de la puerta, me abrió la anciana del segundo, Dina. Hacía tanto tiempo que no la veía…
Al abrirme la puerta, me miró asombrada.
-¡Vaya! Alex, ¡cuánto tiempo hace que no te veía! Cómo has crecido.
-Sí, bueno…
Ambas subimos los escalones, y esperamos al ascensor.
-¿Y qué pasó? Durante estos meses, el chico con el que vivías está bastante triste.
-Es que… tuve que irme por un tiempo. ¿Pero está tan mal?
El ascensor llego y subimos.
-Sí, bueno, intenté ayudarle. Llamé a mi hermana mayor, Adalia, ¿sabes? Es una de esas adivinas raras, y pensé que a lo mejor podría ayudarle con algo, pero nada. El pobre sigue igual.
-Hum. Ahora mismo voy a hablar con él. Tampoco tengo mucho tiempo.
Llegamos a su piso, y luego subí al de Jorge.
Me planté enfrente de la puerta, y alcé la mano para petar, pero… Tenía miedo. ¿Y si me decía algo? ¿Y si estaba tan enfadado conmigo que no querría ni verme? ¿Y si…?
De repente la puerta se abrió. Era uno de los compañeros de piso con los que vivía. Daniel, si mal no recuerdo.
Al verme, alzó las cejas sorprendido y sonrió.
-Vaya, vaya. Alex.
Me llevé una mano a la nuca y sonreí.
-Hola, Dani. Hum…
-¡Jorge, mira quién vino!
Abrió completamente la puerta, y Jorge apareció por ella. Sin apenas darme cuenta, cuando sonrió, me lancé a abrazarle.
-¡Jorge!
-¡Alex! –me rodeó con fuerza, y me dio un leve beso en el pelo.
Todas mis preocupaciones se dispersaron al momento.
No sé cuánto tiempo estuvimos así, pero supe que mucho cuando Dani se había ido.
Nos separamos, y Jorge me revolvió el pelo.
-Niña, ¿pero dónde te habías metido? ¿Sabes lo preocupado que estaba?
-Lo siento mucho, de verdad. Pero me encontraron.
Apretó los labios, miró detrás de él y cerró la puerta, quedándonos fuera.
-¿Cómo que te encontraron? –susurró. Asentí.
-Sí. Verás… Cuando salí esa mañana, fui hacia la fuente, y mi guardián me atrapó, y me llevó de vuelta al castillo.
-¿Y cómo es que… estás aquí?
-Me dejó despedirme de mi hermano mayor.
Sonrió ampliamente y me miró con cariño con las dos últimas palabras.
-Pero tengo que irme –dejó de sonreír.
-¿Entonces no puedes quedarte?
-No –murmuré.
Suspiró, y me revolvió ligeramente el pelo.
-No me arrepiento de haberte acogido, Alex. Ya sabes que siempre estaré así cuando lo necesites, ¿de acuerdo? Cualquier cosa, me avisas.
-De acuerdo.
Le volví a abrazar, y me fui de allí. Jack esperaba abajo, en la entrada, con los brazos cruzados.
-Tardabas mucho, así que vine para asegurarme de que…
Le cogí la cara con las manos y le besé. Al principio de resistió un poco, pero se dejó, sonriendo.
-Va, venga, no seas pesado –murmuré al separarnos-. Te dije que confiaras en mí.
-La cosa es que cada vez que confío en ti, nunca acabo bien.
Le sonreí, y él suspiró.
-Siempre te sales con la tuya. No es justo.
-Lo que no es justo es que estés todo el día pendiente de mí. Venga, vamos.
Le cogí de la mano y empezamos a correr.
Después de todo, hicimos el camino hasta el internado otra vez, lo que nos llevó medio día. Leo se alegró tanto de verme, que suspendió las clases durante una semana.
Y con David y Nicole… David quería volver con sus padres, pero Nicole quería quedarse con nosotros. Así que devolvimos al chaval con su familia, después de despedirse durante cinco horas de su hermana menor, y ésta se quedó con nosotros.
Por la noche, empecé a buscar a Jack por todos los lugares, pero no lo encontraba. Fui al despacho de Leo.
-¿Sabes dónde está Jack?
-Me parece que arriba, en una de las torres.
Asentí, y miré por ellas. Le encontré en la tercera, dónde estaba apoyado contra la pequeña muralla, mirando el cielo estrellado. Me coloqué a su lado.
-¿Disfrutando de la noche?
-Sí, supongo. Se supone que hoy es la lluvia de estrellas. Dentro de unos minutos, creo.
-Hum.
Bajó la mirada hacia mí, y sonrió.
Luego alzó la mano con cuidado, puso los dedos detrás de mí oreja y la retiró. Agarraba con el índice y el pulgar una rosa roja, y me la tendió. La miré maravillada, y la cogí.
-Gracias.
Le di un beso, y de repente, el cielo se llenó de estrellas fugaces. Miramos hacia ellas, mientras la luna nos iluminaba con su luz…

*Hale, aquí acaba esta historia. ¡Espero que os haya gustado!
Pronto pondré otra nueva, no os preocupéis ;)