jueves, 25 de noviembre de 2010

Capítulo 46

Después de todo este embrollo, varios guardianes vinieron al aviso de Jack y se encargaron de la gente del local, y luego de David y Nicole, que tuvimos que llevárnoslos con nosotros.
La verdad todavía me sentía muy dolida por lo de Derek, pero intenté que no se me notara. Sin embargo, durante el camino, Jack se dio cuenta. Íbamos los cuatro en su coche, nosotros delante y los hermanos detrás, medio dormidos.
Mientras miraba por la ventana, Jack empezó a hablar.
-Oye… hum, lo que pasó antes…
Le miré con una ceja alzada.
-¿Lo qué?
-Bueno, ya sabes, cuando nos besamos…
-Me besaste tú –puso los ojos en blanco, y se ruborizó ligeramente.
-Lo que sea. Yo…
-Vamos, Jack, sé que me quieres. No lo niegues; no te servirá de nada.
Carraspeó avergonzado.
-Pues… eso. Así que no te pongas así por…
-No estoy así por eso. No estoy de ninguna manera.
-Ah, ya entiendo. Es por el bebé, ¿no? Bueno, de bebé no tenía mucho. Intentamos avisarte, pero eres tan… así, que mira lo que ha pasado.
-Ya, bueno, da igual. No quiero hablar de ello.
-Hum, está bien.
En un momento dado, por la ventana empezaron a aparecer los edificios de la ciudad, dónde vivía antes de que me atraparan…
Y entonces me acordé de Jorge y sus compañeros de universidad.
-¡Espera!
Frenó de golpe, y los coches de los guardianes que nos seguían también, a punto de chocar contra nosotros. Nicole y David se despertaron asustados.
-¿Eh…? –murmuraron.
-¿Qué? –Jack me miró con los ojos muy abiertos.
-Hum… ¿te importa si… vamos a la ciudad?
-¿A la ciudad? ¿Para qué quieres volver allí?
-Yo… tengo que darle explicaciones a alguien. Por favor…
Se me quedó mirando de hito en hito, pero finalmente suspiró y asintió.
-Muy bien. De viaje con la niña –puse los ojos en blanco ante su ironía.
Se desvió del camino para ir a la ciudad.
-¿Adónde vamos? –preguntó David.
-A ver a un amigo –respondí ilusionada.
-Cariño, ¿para qué quieres amigos cuando tienes a uno estupendo aquí?
Miré a David con las cejas alzadas. Jack le miró por el espejo retrovisor con el ceño fruncido, y gruñó.
-Chaval, cuidadito con lo que dices, porque tengo muy mala hostia cuando me enfadas.
David, atónito, pestañeó y se calló.
Llegamos y salimos del coche.