-¡Se ha calado! ¡No puede ser! ¡El coche nos ha dejado tirados!
Nicole se ponía cada vez más nerviosa, y en consecuencia me ponía nerviosa a mí.
-¡Cállate! ¡No puedo pensar si estás gritando!
Se calló. Salí del coche. Esto no podía estar pasando. ¿Qué sería de mí si otro bicho de esos nos encontrara o… o todavía peor, enfrentarme a la ira de Jack? Suspiré.
Miré hacia el interior. Derek y David dormían profundamente. Qué suerte. Yo debía de tener unas ojeras horribles, pero ahora mismo mi aspecto era lo que menos me importaba.
Fui hacia el capó y lo abrí. Nicole se colocó a mi lado. Tosió por el polvo que había dentro.
-Tres palabras. Mamá nos mata –comentó rendida.
-Creía que vuestro coche aguantaría, pero al parecer…
-Hombre, si te parece que pudiera aguantar después de que un enorme bicho se abalanzara sobre el motor, pues… sí, sería un súper coche. O el coche fantástico.
Puse los ojos en blanco. Miré dentro, y sí, el motor estaba quemado. Cerré el capó y me senté encima. Nicole me imitó.
-¿En qué piensas? –me preguntó.
-En que estamos perdidas. ¿Y tú?
-Pues… ¿usas lentillas de colores?
La miré con las cejas alzadas.
-Estamos tiradas en la cuneta, en el quinto pimiento, sin dinero, ni comida, ni agua y con millones de seres que pretenden atraparme a la vez que matarme, sin personas a miles de kilómetros, sin saber dónde estamos… ¿y lo único que se te pasa por la cabeza en estos momentos tan difíciles es si uso lentillas? –se encogió de hombros y asintió. Suspiré-. No, ya nací así.
-Ah.
-¿Contenta?
-Sí… supongo… ¿y ahora qué?
-No lo sé. Ya no sé qué hacer. Estoy cansada, y ya no puedo casi adelantar, congelar ni retroceder el tiempo. Así que…
-Pues vamos andando –la miré despacio.
-¿Sabes? Tienes coraje. Y razón.
Salté del capó seguida de Nicole, cogí a Derek y desperté a David.
Y empezamos a andar.
A medio camino, y todavía no sé el por qué, me entraron ganas de llorar, pero obviamente me aguanté. No pensaba hacerme la débil delante de todos.
Después de tres horas andando, quejidos por parte de todos y lloriqueos de Derek y Nicole, al final llegamos a una especie de cafetería al lado de la carretera. Nos dirigimos hacia allí. Sólo había como mucho una familia, un hombre, el dueño del lugar supuse y una camarera. Oh, y también un grupo de hombres que estaban sentados en la mesa del fondo.
Al entrar, todos se volvieron hacia nosotros.
Saludé con la mano y nos sentamos en una mesa.
-¡Menos mal! Ya me estaba empezando a cansar –comentó David mientras estiraba las piernas sentado.
-¡Vaya que sí! –dijo Nicole.
Me levanté.
-¿Adónde vas?
-Voy a buscar un teléfono. Tengo que hablar con alguien. Ahora vuelvo.
Derek empezó a lloriquear y alzó sus bracitos hacia mí desde el regazo de Nicole. Me volví hacia él y le acaricié la mejilla.
-Tranquilo, no me voy. Estoy aquí.
Sonrió y bajó los brazos. Yo asentí y me dirigí a la barra. La camarera estaba de espaldas a mí, así que carraspeé.
Se volvió y se acercó. Pero al ver mis ojos alzó las cejas, sin embargo, no hizo ningún comentario.
-Es… esto… ¿sí? ¿Necesitas algo?
¿Creería que soy ciega?
-¿Tiene un teléfono por aquí?
-Oh, sí, claro. Por allí –me señaló un pequeño cuarto.
-Gracias.
Mejor hablar ahora con Jack, al menos para que el pobre sepa que estoy bien.
Soy demasiado buena.