Sí, tenía miedo. Y qué. Eso no significaba que fuera débil.
El monstruo, que resultó ser el enorme todoterreno que yo conocía demasiado bien, derrapó delante de la puerta del local. Jack bajó de él muy seguro de sí mismo, y al verme atada frunció el ceño.
-Vaya, ¿con que no tenías problemas para encargarte de ellos tú solita?
Puse los ojos en blanco.
Genial, menudo momento para dejarme en ridículo. Jack miró a Derek y al ser que sostenía a Nicole.
-Suéltalas –le apremió.
-¿O sino qué, angelito?
-Pues que este angelito te va a dejar la cara tan marcada que no te va a reconocer ni tu madre. Así que suéltalas.
Derek rió y negó con la cabeza. Jack se cruzó de brazos.
-Chicos, enseñadle al ángel que no hay que meterse con los hijos de Lucifer.
Los seres empezaron a dirigirse hacia él, dejándome sentada en el suelo. Intenté de una vez por todas deshacer ese maldito nudo, y después de varios intentos, el nudo cedió. Cuando me quise dar cuenta, Jack ya había tendido unos cinco de diez. Nada mal, la verdad.
Le ayudé con algunos pocos gracias a las clases que él me había enseñado de defensa personal, y cogí a Nicole en brazos. Derek, con el ceño fruncido y notablemente enfadado, se dirigió al portal, no sin antes decir:
-Ángel, te has ganado un gran enemigo, que lo sepas. Y cuando pueda, me desharé de tu existencia para siempre.
Y se fue. Los seres fueron desapareciendo poco a poco, y yo dejé a Nicole en el suelo tendida. Seguía durmiendo plácidamente. Jack se volvió hacia mí y se acercó. Yo bajé la mirada avergonzada, aunque también lo hice porque sabía que si me quedaba mirando sus ojos, me ruborizaría.
-Cómo se te ocurre… ¡Cuando te digo una cosa es por algo! ¡¿Será posible que nunca me hagas caso?! ¡¿Por qué me haces esto?! ¡La próxima vez, aunque espero sinceramente que no haya una próxima, hazme caso! ¡Y ni se te ocurra volver a separarte de mí! –suspiró después de desahogarse.
-Qué raro, tú normalmente no te alteras por nada, ¿no?
-No. Normalmente estoy muy tranquilo, y lo estaba antes de…
-Antes de que apareciera yo para complicarte la vida, ¿verdad?
-Sí –susurró.
Pero lo hizo con un tono tan… tan extraño, que hizo que alzara la mirada.
Nos miramos unos momentos, y casi al momento, Jack me acercó a él y me besó con fuerza, como si me necesitase… hasta que escuchamos unos débiles gruñidos. Nos separamos, bajamos la mirada y nos encontramos con los ojos soñolientos de Nicole.
-Esto… ¿qué hacemos aquí? –Reparó en Jack-. ¿Y quién es él?
Jack sonrió y la saludó con la cabeza, y fue cuando me di cuenta de que todavía seguíamos abrazados. Me aparté un poco, ruborizada.
-Este es Jack. Jack, Nicole –les presenté.
-Hola –dijeron.
Luego entramos dentro del local. Jack alzó las cejas y se cruzó de brazos al ver a todos en el suelo dormidos.
-Vaya, qué bien. Más trabajo.