sábado, 25 de septiembre de 2010

Capítulo 29

Bajé las escaleras corriendo hasta la Sala, pero claro, no tenía la llave. Jack venía detrás de mí, así que paré el tiempo, me acerqué a él al pie de las escaleras, le arranqué la llave del cuello y abrí la puerta. Estaba tan conmocionada que me desconcentré y el tiempo fluyó otra vez.
Me apresuré a acercarme a mi esfera, prácticamente sin aliento por la carrera. Todas formaban un círculo, y la cogí entre mis manos.
Brillaba completamente, y la grieta de la que me había hablado Jack había desaparecido.
No pasaba nada, ahora mismo lo arreglaría.
Iba a tirarla al suelo cuando Jack apareció por la puerta.
-¡Espera!
Alcé la cabeza. Estaba con la mano apoyada en el marco de la puerta, y jadeaba del cansancio.
-Espera, por favor, Alex. Vamos a hablarlo. No eres ningún monstruo. Así que por favor, ¡ni se te ocurra romper la esfera!
-¡Sí que lo soy! Si no me doy cuenta de lo que hago en algún momento, podría… hacer mucho daño…
-¡Vale! ¡Si no te convence que no eres ningún monstruo, entonces te convenceré de otra forma! Dices que no quieres hacer daño a nadie con tu presencia, ¡pero con tu ausencia morirán todos! ¡El planeta se paralizará! ¡Y todos morirán! Y sé que no quieres eso. Así que… -se acercó despacio y prudente a mí tres pasos con las manos alzadas- dame la esfera.
Negué con la cabeza, e iba a intentarlo otra vez cuando lo que más temía ocurrió: el director y algunos guardianes aparecieron detrás de Jack.
Seguramente nuestros pasos habían despertado a los alumnos, y éstos, asustados, les habían llamado para que se aseguraran de que no ocurría nada malo.
Ya veían completamente horrorizados que algo sí pasaba.
El director se colocó al lado de Jack.
-Oh, Dios mío. ¡Alex! ¡¿Qué estás haciendo?! ¡Deja esa esfera dónde estaba!
Apreté los labios, fruncí el ceño y la tiré.
-¡No! –gritaron todos al unísono.
Y cerraron los ojos, incluida yo, que era la que iba a morir.
Pero no ocurrió nada.
Después de unos segundos, abrí los ojos. Y me horroricé.
Jack sostenía la esfera entre sus manos, en el suelo, completamente intacta.