Después de hablar con Jack, fui a las clases, y por la tarde, después de éstas, me dirigí otra vez al campo de entrenamiento. Charlie me esperaba allí ya, y bueno… yo me quedaba –otra vez- embobada mirando los músculos de los guardianes…
Pero mi atención en ese momento estaba puesta en cómo se habían colocados ellos.
Jake, Yina, Jonás y Nicole, los ángeles de los elementos, estaban colocados en el centro en un pequeño grupo, aparentemente asustados. Miré a Charlie, luego hacia Jack y otra vez a mi guardián, que me indicó con la cabeza que me colocara con ellos. Temblando, me puse con los ángeles.
-¿Sabéis de qué va esto? –pregunté asustada.
-Ni idea- contestó Jake, el ángel del fuego-, pero quizá sea un examen o algo parecido…
-¿Y si nos van a hacer daño? –preguntó Nicole.
-¡No seas tonta! ¡Nosotros somos más poderosos que ellos! ¡Sería ridículo! –replicó Yina.
Los cinco guardianes se colocaron en un círculo algo lejos de nosotros.
-Bien, chicos, ahora vamos a ver de lo que sois capaces –dijo Jack-. Cada uno, individualmente, se colocará en nuestro centro, y tendrá que atacarnos. Y nosotros intentaremos atraparlo. Vamos a ver lo que habéis aprendido. Jonás.
El ángel de tierra adelantó un paso tembloroso, mientras los guardianes esperaban pacientemente. Respiró hondo y se colocó en el centro.
-Está bien. Allá voy.
Se puso en posición de ataque, e hizo que una ráfaga de viento soplara fuertemente detrás del guardián del fuego.
Éste lo esquivó con precisión y se lanzó a por él, a lo mismo que los demás.
Jonás no pudo resistir la presión y se dejó coger.
¡Menudo manta! Aunque bueno, quizá sea algo complicado, pero jo…
Yina fue igual de fácil de coger. Duró más, pero la cogieron igualmente.
Nicole, en cambio, fue la única por ahora capaz de derrotar a todos. Vamos, dejarlos en el suelo.
A Jake ya fue todavía más complicado. Era escurridizo, y quemar a los paladines cada vez que se acercaban a él le daba ventaja, pero llega un momento en el que todo el mundo se cansa.
Y luego llegó mi turno. Con los labios y puños apretados, me coloqué en el centro decisiva y cerré los ojos para relajarme.
Sabía que los guardianes estaban confusos, pero yo sabía muy bien lo que hacía.
Paré el tiempo, quedándose todo absolutamente quieto, incluso un pájaro que pasaba volando quedó suspendido en el aire. Bien.
Me acerqué al guardián del fuego, y le di una cachetada en una parte concreta del hombro. Aunque fuera fuerte, tenía ese punto débil, como todos.
Me acerqué al de tierra, cogí un palo del suelo bastante grueso y le golpeé la espalda con él.
Al de aire, le di un puñetazo que le rompió la nariz. Pero la sangre todavía no salía.
Y luego a Charlie y a Jack, y por supuesto, como a estos les tengo manía, les di una patada a cada uno en las partes bajas. Vamos, que los dejé sin herencia.
Me volví a colocar en el centro con toda tranquilidad, me crucé de brazos y volví a descongelar el tiempo.
Los cinco guardianes cayeron a la vez al suelo derrotados. El de fuego cayó agarrándose el hombro, pero ya inconsciente. El de tierra cayó de bruces al suelo, al de aire le empezó a sangrar la nariz, se colocó de rodillas y se llevó las manos ahí para parar la hemorragia, y los otros dos…
Se quejaban, también cayeron de rodillas y cerraron los ojos. Sonreí.
Los otros ángeles me miraron con la boca abierta.
-¿Cómo lo…? ¡Pero si no te has movido! –gritó Nicole con admiración.
-Lo sé. ¿Qué? ¿Os duele? –pregunté mirando a cada uno.
Jack alzó la cabeza dolorosamente y con esfuerzo, pero el muy… Seguía sonriendo con malicia.
-Bueno… la verdad… ay… no ha estado mal… No me esperaba menos de ti, Alex.
Soy in-cre-í-ble.
Sonreí abiertamente y me dirigí hacia Charlie, dándole un gran abrazo. Él, con mucho esfuerzo por el dolor, me devolvió el abrazo y me dio unos toquecitos en la cabeza. Cuando me separé me sonrió.
-Muy bien hecho. Estoy orgulloso de ti –me dijo.
Le volví a sonreír, y en un momento miré de reojo a Jack. Le salían chispas por los ojos. Con que estaba celoso.
Me reí, volví a abrazar a Charlie y me fui de allí.