jueves, 24 de febrero de 2011

Capítulo 16

Danielle notó que estaba acostada sobre una cama mullida y suave, y estaba segura de que esa no era la suya.
Asustada, abrió los ojos, y se encontró, justo delante de su cara, el rostro de un niño de ojos dorados, sonriente.
-¡¡¡¡Ahhhh!!!! –gritó.
Se incorporó rápidamente y se dio un cabezazo contra la frente del pequeño, que cayó de espaldas a su lado, en la cama, junto con lo que parecía una bandeja llena de comida, que rebotó contra el suelo, manchándolo todo.
-¡¡Ayyyy!! –sollozó.
Empezó a llorar con fuerza, mientras se agarraba la frente, y Danielle fue junto a él. Se dio cuenta de que era el niño que había visto en la casa del señor Jackson. Max, si no se equivocaba.
-¡¡Oh, Dios mío!! ¡No… no llores, pequeño! ¡Lo… lo siento mucho! No pretendía…
-¡¿Qué pasa aquí?! –dijo una voz femenina.
Una muchacha de unos diecinueve o veinte años, pelirroja de ojos verdes y piel pálida, bastante guapa, con el pelo recogido en un moño perfecto apareció por la puerta, y al ver todo en el suelo y a Max llorando, puso los brazos en jarras y fulminó con la mirada a Danielle.
-¿Pero cómo se le ocurre hacer eso?
-Yo…
Fue hacia Max, lo cogió en brazos, lo dejó en el suelo, y le limpió la cara de las lágrimas.
-¿Mejor? –El niño asintió, pero al reparar en su frente, frunció el ceño-. Menudo golpe. Ven, vamos a curarte.
Y salió del cuarto con el niño sin dirigirle una segunda mirada a Danielle. Ésta suspiró, sintiéndose un poco culpable, cuando escuchó otra voz, pero esta vez masculina y jovial.
-Qué ven mis ojos. La bella durmiente se ha despertado por fin.
Alzó la mirada y se encontró con el joven de ayer, cruzado de brazos y apoyando el hombro en el marco de la puerta, sonriendo. Recordó el baile, su nombre, que era italiano y que…
Que el era el ladrón.
Con un grito ahogado, se bajó de la cama rápidamente –descubriendo con sorpresa que ya no llevaba su vestido, sino un camisón- y empezó a avanzar hacia la puerta, con tan mala suerte que se clavó un cristal del vaso roto que había caído antes de la bandeja.
-¡¡Ay!! –se quejó.
Axel alzó las cejas y acudió en su ayuda al momento. Pero Danielle retrocedió cojeando y negando con la cabeza.
-Por favor, por favor, no me haga daño. Yo…
-No voy a hacerle daño, señorita. O por lo menos no más que ese gran corte que tiene en el pie. Por favor, déjeme curarla.
-¡No!
-¡Se le infectará!
-¡Me da igual! –empezó a llorar-. ¡Quiero irme a casa!
Axel suspiró, y sin darle tiempo a reaccionar, pasó los cristales y la cogió en brazos. Ella se revolvió un poco, pero el pie le dolía muchísimo, y se dio cuenta de que en los brazos del joven apuesto tampoco se estaba tan mal…

En el capítulo 17:

"Danielle asintió asustada, y Axel salió de la habitación, y volvió al cabo del rato. La cogió en brazos otra vez, y ella se ruborizó violentamente, temiendo tocarlo con las manos. Axel sonrió divertido mientras avanzaba hacia la puerta.
-Es usted muy inocente, señorita Gilbert. ¿Le da vergüenza que un hombre la coja en brazos?"