martes, 1 de febrero de 2011

Capítulo 13

Axel, al sentir un ruido en la puerta, se volvió rápidamente agarrando el bastón con las dos manos, y lo colocó en el cuello de la persona que lo estaba espiando, golpeándole contra la pared.
Alzó las cejas realmente sorprendido al encontrarse con el rostro de Danielle.
-¿Señorita Gilbert? -susurró él.
Danielle tenía los ojos cerrados, y al momento dejó de sentir presión en su cuello; sin embargo, sentía la respiración agitada de Axel demasiado cerca…
Abrió los ojos, y se encontró delante el pecho del joven contra ella, pues parecía que la tapaba. Alzó los ojos hacia los suyos; no la miraban, sino que estaban fijos hacia el fondo del pasillo.
-No diga nada, podríamos meternos en un buen lío los dos si nos descubren en los aposentos del señor Jackson –le susurró al oído.
Danielle, ruborizada por la enorme aproximación de Axel, asintió despacio, temblando como una hoja por estar atrapada por un ladrón.
Así que al final era uno.
Axel la apartó detrás de él, tapándola con su cuerpo al policía que venía hacia ellos corriendo, y se tapó los ojos con el sombrero.
-¡Señor! ¡El ladrón debió de escaparse, porque no lo encontramos!
-Bien, no pasa nada, sigue vigilando los aposentos del señor Jackson.
-¿Y el dinero? ¿Está todo en su sitio?
-Sí, nadie ha entrado mientras estuve dentro. ¡Venga!
-¡Sí, señor!
Y fue en dirección a la habitación. Mientras, Axel colocó a Danielle a su lado y la tapó con su chaqueta, avanzando hacia el cuarto dónde el verdadero jefe de policía se encontraba inconsciente.
Al entrar, el joven cerró la puerta detrás de él después de que Danielle pasara, temblando, al interior. Se quitó rápidamente la chaqueta, el sombrero, y dejó el bastón en el suelo.
-¿Us… usted… usted es…?
-Lo ha visto con sus propios ojos, ¿no? Creo que la escena anterior responde a su inacabada pregunta.
-Dios mío –jadeó-. No me lo puedo creer.
-Pues no lo haga.
Le colocó al jefe su chaqueta y su sombrero, y después se acercó a ella.
-Como veo que no puede olvidar lo sucedido, me temo que tendrá que venir conmigo.
-¡¿Cómo?! ¡No! ¡No pienso irme con un ladrón!
-Por favor, señorita Gilbert, no me lo ponga más difícil de lo que es.
-¡He dicho que no!
Axel suspiró cansado, y se encogió de hombros.
-Bien.
Cogió su jeringuilla, pues aún le quedaba un poco de líquido en el tubo transparente, y se lo clavó en el brazo a la joven. Ésta se durmió enseguida. La cogió en brazos y la dejó encima de la cama, y después abrió la puerta del cuarto y arrastró por el suelo al jefe de policía hasta el pasillo. Lo dejó sentado contra la pared, y cerró la puerta. Se acuclilló a su lado, apoyando una rodilla en el suelo y apoyando el codo en la otra levantada, y se pasó la mano por la frente mojada por el sudor del esfuerzo, apartándose los mechones del pelo negro que le tapaban los ojos.
-Señor –dijo empujando suavemente al hombre en el hombro-. ¡Señor!
El policía abrió los ojos, y miró a Axel.
-¿Axel? ¿Qué… me ha…?
-Se desmayó usted de repente en el suelo. Estaba preocupado.
-Gracias, muchacho. Pero en realidad me encuentro genial.
Axel suspiró aliviado. Temía haberle hecho daño o algo.
-Me alegro oírlo, señor. Pero será mejor que se vaya abajo a tomar un poco de vino, quizá, por su bienestar.
-¿Pero usted no tenía que…?
-¡Oh, no se preocupe! Ya me encargaré de ello yo solo.
-Bien.
El jefe se levantó, y tambaleante, se dirigió hacia la puerta que iba a las escaleras.

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En el capítulo 14:

"La madre de la joven corrió hacia su marido asustada.
-Cariño, no encuentro a Danielle por ninguna parte.
El hombre apretó la mandíbula.
-¿Cómo que no la encuentras? Estará bailando con algún mozo de…
-¡No, no está! La busqué por todas partes, ¡pero no la encuentro! –empezó a sollozar."