lunes, 27 de junio de 2011

Capítulo 33

Gina iba a entrar en la cocina, pero retrocedió rápidamente al ver a Axel y Danielle allí.
Un ramalazo de celos la embargó por todo el cuerpo. ¿Por qué no podía ella tener la misma suerte de pasar tanto rato con Axel como la muchacha?
Suspiró, y subió al cuarto de Max.
Danielle había terminado de comer, y miró a Axel.
-¿Ya? No te quejes, que me comí todo.
El joven sonrió satisfecho.
-Muy bien. ¿Ves? ¿A que te sientes mejor?
Danielle se limpió la boca con la servilleta, y suspiró.
-Sí, supongo –se levantó, y se miró los pantalones-. Hum… ¿puedo quitarme ya esto?
-Supongo que ya no querrás entrenar después del atracón que digeriste, ¿no?
-No…
-Bien. En otro momento, entonces.
Danielle asintió y subió a su habitación para cambiarse de ropa. Se puso su vestido, y volvió a bajar. Como no se encontró a Axel en la cocina, supuso que estaría en su despacho, así que se encaminó hacia allí. En efecto, estaba ahí, como siempre, detrás de su escritorio, hojeando el periódico. Estaba empezando a acostumbrarse a esto. Y cada vez vacilaba más si deseaba volver a casa.
Además, Axel estaba tan guapo concentrado…
Danielle sacudió la cabeza.
-Nos vamos pasado mañana.
-¿Cómo? –ella entró al interior, y cerró la puerta-. ¿Pero no dijiste que sería dentro de una semana?
-Sí. Pero ha habido cambio de planes. En las dos horas que has tardado en cambiarte un pantalón por un vestido –aunque pareciera que lo decía con sarcasmo, estaba completamente serio-, le he dado una notificación a la dama. Le he pedido que nos invitase a su casa, pues me he enterado de que va a celebrar un baile de parejas en su casa. Ha aceptado.
-¿De… parejas?
-Sí.
-¿Eso significa…?
-Si no te da ninguna vergüenza el hacerte pasar por mi amada, sí, tendrás que hacer de mi pareja.
Danielle tragó saliva, con los colores encendidos, mirando al suelo.
-Ah… sí… sí, bueno… no… yo… claro que no… me importa…
Axel, sonriendo, dio una palmada en el aire, y se levantó de su sillón.
-Bien, entonces. Será mejor que te vayas preparando.
-No te fallaré, te lo prometo.
Axel asintió alegre, rodeó la mesa, y antes de salir se acercó un momento a Danielle, alzó la mano colocando los dedos debajo de su barbilla, y se acercó a pocos centímetros de ella.
A la joven el corazón le iba a mil por hora.
-También espero que sepas ser una buena novia –la soltó, le guiñó un ojo y luego se fue.