sábado, 4 de junio de 2011

Capítulo 31

Axel terminó de vestirse, y al ver a Gina entrando en su cuarto para hacer su cama, sonrió. Ella, ruborizada, le devolvió la sonrisa.
-¿Sabes? Hoy estás muy guapa. Me gustan tus dos trenzas. Deberías llevarlas más a menudo.
Gina lo miró con la boca medio abierta mientras él se iba del cuarto. Se llevó una mano al pelo, y suspiró contenta, con el corazón martilleándole el pecho.
Axel bajó las escaleras, pasó por la cocina dándole un rápido beso a Max en el pelo mientras desayunaba y regalándole a Dina una sonrisa. Se acercó a ella, y le susurró al oído.
-No quiero que Max salga al jardín trasero, ¿sí? Ni siquiera que se asome.
Dina asintió un poco confundida. Axel, al salir, escuchó el timbre. Fue a abrir él mismo, y alzó las cejas al ver a los tres cordiales muchachos en el umbral de la puerta.
Sus amigos lo saludaron.
-Hey Ash –lo saludó Hunter-. Veníamos a hacerte una visita.
-Pues chicos, venís en mal momento. Tengo que hacer una cosa muy importante, pero estaré por la tarde.
-¿Qué es más importante que nosotros? –replicó Stephen, con los brazos cruzados.
-Como no sea una mujer… -dijo Nathan, y abrió la boca al ver que Axel le rehuía la mirada-. ¡Es una mujer! ¡No me digas que…!
-Por favor, señores, no es lo que creéis. Os lo explicaré todo luego.
Los jóvenes fruncieron el ceño, mirándose entre ellos, y suspiraron.
-Bueno, venga, vale. Pero esperamos que nos digas todo los detalles.
-No hay problema.
-¡Entonces hasta luego!
Los hombres se fueron, y Axel suspiró al cerrar la puerta. Fue hacia la trasera, cogió dos espadas, y salió al jardín.
Danielle terminó de vestirse con los ropajes –odiaba el tacto de los pantalones contra las piernas, pero quería que Axel se sintiera orgulloso de ella- y bajó hasta el jardín. Sonrió a Blake, que estaba con los caballos, y miró a Axel, que estaba en el centro. Portaba una espada en una mano, y otra gemela a esa estaba en el suelo. Danielle pensó que parecía un ángel vengador caído del cielo, y tragó saliva al descubrir qué iban a practicar. Esgrima.
Se acercó poco a poco, y Axel recogió la espada del suelo y se la tendió por el mango. Danielle la cogió con las dos manos.
-Bien, como ya veo que sabes de qué va la cosa, prepárate.
-Sí, bueno, date cuenta de que yo nunca…
Axel se acercó a ella, alzó una mano y le cogió un mechón de pelo ondulado. La muchacha se puso nerviosa al sentir el contacto de la mano de Axel en su cuello, lanzándole descargas por todo el cuerpo.
-Debes recogerte el pelo –dijo sin sonreír.
-Oh, vale –cogió una goma de su muñeca, se recogió el pelo y lo ató en una coleta.
Axel asintió con aprobación, y se volvió a alejar.
-Adelante. Ataca.
Danielle miró la espada, y se encogió de hombros.
-Vale…
La cogió con una mano, y descargó la hoja lateralmente hacia los pies de Axel. Éste saltó, esquivándolo, y asintió.
-Bueno, al menos sabes cómo manejarlo. Ponlo en forma ascendente. Así. Ahora atácame –ella le hizo caso, y él se defendió-. Bien… Ahora una estocada –Axel la esquivó, y finalmente asintió, satisfecho.
-¿Qué… qué tal… lo he hecho?
-No ha estado mal. Pero todavía te falta mucho. Suelta la espada.
Danielle la soltó al ver que Axel hacía lo mismo, y éste se cruzó de brazos.
-¿Puedes moverte sin que te oigan?
-Bueno… yo…
En un pestañeo, Axel ya no estaba en su posición. Danielle lanzó un grito ahogado cuando vio que el joven estaba detrás de ella, y la abrazaba, tapándole la boca con una mano y agarrando con el otro brazo los suyos, contra el costado. Estaba inmovilizada. Empezó a temblar y a ruborizarse al notarlo en su espalda.
-Nunca, nunca jamás bajes la guardia. Y no confíes en nadie, ni siquiera en mí, porque entonces todas tus defensas estarán bajas, y será más fácil acabar contigo.