Drake me sonrió detrás de la ventana. Como suponía que hacía mucho frío fuera, fui rápidamente hacia allí. La abrí, y él entró, tirando la escalera al césped detrás de él. Luego cerró la ventana y se volvió con expresión divertida:
-Por si acaso. Por ahí podría haber subido un asesino en vez de yo -y sonrió.
Yo temblé.
Pero luego me acerqué a él y le puse una mano en la mejilla.
-¿Qué haces aquí? -le pregunté ahora con una sonrisa.
Se acercó a mí oído y me susurró:
-Porque quería estar contigo.
-Pe... pero y... ¿y Sofí? -balbuceé por los nervios.
-Aceptó quedarse en casa de los abuelos. La llevé allí yo mismo, y luego vine aquí.
-¿Pero no ves que no debiste hacer eso? ¿Qué dirían tus padres si lo supieran? ¡Y por supuesto que es lo más probable, porque cuando lleguen y no os encuentren en cas...!
Pero en medio de mi pequeña bronca, Drake me calló con un beso. Luego se separó.
-Tú siempre queriendo hacer el bien... -sonrió-. Por eso te quiero tanto -miró hacia mi cuaderno de dibujos que estaba encima de la mesita de noche.
Se acercó a él y lo cogió. Luego se sentó en la cama mientras lo sostenía, pero vaciló antes de abrirlo, y luego me miró. Se me puso la carne de gallina.
-¿Me permites? -me preguntó sonriendo.
-S... sí, cla-claro -respondí todavía estupefacta.
Lo abrió y se puso a ojear mis dibujos. Sonreía cada vez que pasaba una página. Verle ahí, sentado y tan concentrado, hizo que el corazón se me acelerara. Temblorosa, me senté a su lado y apoyé la cabeza en su hombro mientras cerraba los ojos. Él me rodeó con un brazo los míos, y yo cerré los ojos.
No sé cuántos minutos pasaron, hasta que sentí su otra mano -la que agarraba el cuaderno, cosa que ya no- acariciarme la mejilla suavemente. Abrí despacio los ojos y me encontré con su rostro a unos pocos centímetros del mío, mientras me miraba con sus ojos color zafiro.
No pude soportarlo más, y le besé. Rodeé mis brazos en su cuello, y él enterró una mano en mi pelo y la otra la colocó en mi cintura, y ambos rodamos de costado hasta que quedé tumbada de espaldas, y él inclinado hacia mí. Todavía besándonos, se empezó a quitar la chaqueta, e iba a quitarse la camiseta cuando se frenó, se separó un poco de mí y me miró:
-Claire, sabes que te quiero con toda mi alma. Pero dime que no me amas y me iré sin haber hecho daño alguno. Lo prometo.
Me quedé mirándole. Pero luego le sonreí, le volví a acercar a mí y le besé. Con los labios unidos, le susurré:
-No hace falta que prometas nada. Ya sabes que te quiero más que a nada en el mundo.
Noté como sonreía, y ambos nos dejamos llevar totalmente por nuestros fuertes sentimientos.
jueves, 28 de enero de 2010
martes, 26 de enero de 2010
T3 Capítulo 3 (Claire)
-Sí, cielo, los padres de Drake y nosotros quedamos esta noche para cenar. No te importa quedar en casa sola toda la tarde y la noche, ¿verdad? -me dijo mi padre mientras los tres cenábamos.
-¡No, qué va! Si la verdad me gusta quedarme mucho sola en casa -ambos pusieron expresión molesta-. ¡No, me refería a que...! -desistí-. No, no me importa.
-Bien. Me alegro. Emmm... bueno, tu madre y yo pusimos unas escaleras en tu ventana. Ya lo comprenderás -sonrió ampliamente, y mamá también.
Pero me parece que ya sé por dónde iban. Cuando los dos se fueron a trabajar, yo subí a mi habitación, me acosté en cama, cogí una libreta y un lápiz y me puse a dibujar mientras escuchaba música por el mp3.
Al cabo del rato, alguien llamó al timbre. Me quité los cascos, dejé todo y bajé las escaleras.
-Qué oído tengo -pensé inevitablemente en voz alta.
Al llegar a la puerta, me encontré a Drake, pero... no me miraba a mí, sino que miraba al otro lado de la esquina de la casa, dónde se encontraba la ventana de mi habitación. Me puse a su lado, y miré las escaleras de las que me había hablado mi padre antes. Drake me miró con una ceja enarcada.
-Emmm... ¿puedo preguntar qué es eso? -me preguntó mientras volvía a verlas.
-Bueno, son unas escaleras -le respondí con un deje divertido en la voz.
-No, eso ya lo sé. ¿Pero se puede saber por qué tus padres pusieron unas escaleras en tu ventana?
-Oh, bueno... es que nuestros padres están tan contentos con nuestra relación, que se pusieron de acuerdo en que poner unas escaleras en mi ventana sería... más romántico.
-¿Y se supone... que tengo que escalarlas?
-Si no quieres abrirte la cabeza por si te caes, mejor no lo hagas. No te lo recomiendo. Pero si te preguntan por ellas, tú diles que sí, que las escalaste. Así... serán más felices.
Sin poder evitarlo, se rió, y yo me uní a sus risas. Entré un momento dentro de casa, me puse unos tenis y una chaqueta de chándal, y por último cogí las llaves de casa. Luego salí. Ambos fuimos a dar una vuelta por el parque, hablando de muchas cosas, sobre todo de Paula y sus gustos tan raros -espero que no se enterara de ello- y sobre las escaleras fortuitas de mi ventana. Al volver, ya era prácticamente de noche, y Drake me acompañó a casa, y luego se fue.
Después de un rato, me quise ir a la cama, así que me puse el pijama y me fui a mi habitación. Sobre las doce de la noche, dónde yo estaba ya prácticamente dormida, escuché petar en la puerta... no, no en la puerta, sino en la ventana. Asustada, me incorporé despacio y miré la ventana por dónde se filtraba la luz de la luna... que estaba tapada por una figura. Entrecerré los ojos... y lo vi. Era Drake, subiendo por las escaleras.
-¡No, qué va! Si la verdad me gusta quedarme mucho sola en casa -ambos pusieron expresión molesta-. ¡No, me refería a que...! -desistí-. No, no me importa.
-Bien. Me alegro. Emmm... bueno, tu madre y yo pusimos unas escaleras en tu ventana. Ya lo comprenderás -sonrió ampliamente, y mamá también.
Pero me parece que ya sé por dónde iban. Cuando los dos se fueron a trabajar, yo subí a mi habitación, me acosté en cama, cogí una libreta y un lápiz y me puse a dibujar mientras escuchaba música por el mp3.
Al cabo del rato, alguien llamó al timbre. Me quité los cascos, dejé todo y bajé las escaleras.
-Qué oído tengo -pensé inevitablemente en voz alta.
Al llegar a la puerta, me encontré a Drake, pero... no me miraba a mí, sino que miraba al otro lado de la esquina de la casa, dónde se encontraba la ventana de mi habitación. Me puse a su lado, y miré las escaleras de las que me había hablado mi padre antes. Drake me miró con una ceja enarcada.
-Emmm... ¿puedo preguntar qué es eso? -me preguntó mientras volvía a verlas.
-Bueno, son unas escaleras -le respondí con un deje divertido en la voz.
-No, eso ya lo sé. ¿Pero se puede saber por qué tus padres pusieron unas escaleras en tu ventana?
-Oh, bueno... es que nuestros padres están tan contentos con nuestra relación, que se pusieron de acuerdo en que poner unas escaleras en mi ventana sería... más romántico.
-¿Y se supone... que tengo que escalarlas?
-Si no quieres abrirte la cabeza por si te caes, mejor no lo hagas. No te lo recomiendo. Pero si te preguntan por ellas, tú diles que sí, que las escalaste. Así... serán más felices.
Sin poder evitarlo, se rió, y yo me uní a sus risas. Entré un momento dentro de casa, me puse unos tenis y una chaqueta de chándal, y por último cogí las llaves de casa. Luego salí. Ambos fuimos a dar una vuelta por el parque, hablando de muchas cosas, sobre todo de Paula y sus gustos tan raros -espero que no se enterara de ello- y sobre las escaleras fortuitas de mi ventana. Al volver, ya era prácticamente de noche, y Drake me acompañó a casa, y luego se fue.
Después de un rato, me quise ir a la cama, así que me puse el pijama y me fui a mi habitación. Sobre las doce de la noche, dónde yo estaba ya prácticamente dormida, escuché petar en la puerta... no, no en la puerta, sino en la ventana. Asustada, me incorporé despacio y miré la ventana por dónde se filtraba la luz de la luna... que estaba tapada por una figura. Entrecerré los ojos... y lo vi. Era Drake, subiendo por las escaleras.
martes, 19 de enero de 2010
T3 Capítulo 2 (Drake)
Entré en clase, y me senté al lado de Paula, que no dejaba de mirar a un chico que estaba delante de ella, soñolienta.
-¿No te parece... encantador? -me dijo cuando me senté.
Como estaba de espaldas a nosotros, no podía verle la cara. Cuando terminó la clase, ambos nos levantamos, y el chico también, y pude verle las facciones...
Era moreno, tenía bastante acné por la cara, el pelo algo grasiento y rizado, y era increíblemente bajito, tanto que hasta tuve que bajar la cabeza para verle mejor. Luego miré a Paula con una ceja alzada.
-Bueno... -chasqueé la lengua-. A ver, Paulita, si te digo la verdad...
-Sí, lo sé, a lo mejor ni siquiera me hace caso, pero... ¡jo, me gusta mucho! -dijo dando saltitos emocionada.
Le miré incrédulo.
-Paula...
Dejó de saltar.
-¿Crees... que no va a querer hablar conmigo? ¿Y si tú le hablas a él de mí? ¿O es que tengo que pagarte para que le hables? -dijo en broma.
-Bueno, más bien tendrías que pagarme para que él hable contigo... -respondí sarcásticamente- ¡¿Pero dónde tienes el gusto?!
Suspiró.
-¿Sabes qué te digo? ¡Que Claire me va a comprender! ¡Incluso Carla o Alex! ¡Ya verás!
Cogió su mochila y salió corriendo de la clase. Yo la seguí, poniéndome a su lado.
-Venga, no te enfades. Pero es que... guapo, guapo... no es.
-Ya. ¿Pero acaso todo tiene que ver con el físico?
-No, pero...
-Pues sí. Pero mira, yo quiero saber cómo es estar con alguien así. Alguien... que no se lave el pelo regularmente... que tenga problemas con los granos, que sea más bajito que yo... Ya sabes, esas cosas.
-Si tú lo dices...
Claire, Carla, Alex, Mike, Brian y Jake nos esperaban en la entrada. Desde que Paula le había dado varios golpes a ese psicópata de Nike, todo el grupo la felicitó y les cayó tan bien que ahora...
-¡Hola, chicos! -nos gritó Mike.
Paula corrió hacia las chicas.
-¡¡Claire!! ¡¿A que tú me comprendes?! -dijo con los brazos cruzados.
Puse los ojos en blanco. Ella rió.
-Pues... emmm... bueno, a ver, Paula, el chico es... bueno...
Cambió a Carla.
-¡¿Y tú, Carla?! ¡¡Dime que me comprendes, por favor!!
-Es que yo... pufff... la verdad es que no... no veo por qué te puede gustar...
Miró a Alex, pero ésta negó con la cabeza. Apretó los labios y se enfurruñó como una niña pequeña, a lo que todo el mundo se rió. Un chico con pelo negro, corto, y con ojos pequeños pasó por delante de nosotros, y se fue, pero Paula se le quedó mirando.
-Oh, dios mío querido de mi vida... -exclamó.
-¿Qué? -pregunté.
-Se... se parece... ¡sí! ¡Eh, tú! ¡Espera! -fue hacia él.
Vi que se ponía colorada, y yo negué con la cabeza. Esta chica...
Me giré hacia Claire, que me miraba con preocupación. Me abrazó y me tocó la mejilla.
-Drake, ¿estás bien? -me preguntó con el ceño fruncido.
-Sí, ¿por qué? ¿Es que tengo mala cara? No creo que...
-No... no, tranquilo -me sonrió-. No es nada.
De repente, todos oímos unos gritos. Si no me equivocaba, la jefa de las animadoras gritaba como una loca, y al verla aparecer corriendo hacia nosotros me daba la razón del por qué. El pelo. Lo tenía quemado. Fue hacia Paula:
-¡¡¡¡Túúúúúú!!!! -la señaló. Todo el mundo se volvieron hacia ellas.
-¿Qué...?
-¡Por tu culpa mira como tengo el pelo! -sollozó.
-Pero si yo no... -se quedó pensativa, y luego la compresión se reflejo en sus ojos-. Ahhh... tú te refieres al laboratorio, ¿no? Sí, es que un experimento me salió mal... y bueno... yo pude escapar ahora mismito, pero parece que tú... has salido mal parada.
Me reí. Claire me dio un cariñoso codazo, pero tampoco era capaz de aguantar una sonrisa.
-Lo siento -se disculpó Paula-. De verdad, es que... ejem... bueno...
-¡¡¡¡¡¿¿¿QUÉ LO SIENTES???!!!!! ¡¿Y tú crees que sintiéndolo vas a arreglar mi precioso pelo?!
-Quizá...
-¡No!
Dio una patada al suelo como una niña pequeña, y se fue indignada. Paula se encogió de hombros, se despidió del chico y vino hacia nosotros.
-Así que todo bien, ¿eh? -le dije.
-Sí... sí, todo muy, muy bien.
Negué con la cabeza, y todo el mundo se fue a casa. Mientras cenábamos, Sofí le contó todo a nuestros padres, todavía riéndose por ello. Qué día más raro.
-¿No te parece... encantador? -me dijo cuando me senté.
Como estaba de espaldas a nosotros, no podía verle la cara. Cuando terminó la clase, ambos nos levantamos, y el chico también, y pude verle las facciones...
Era moreno, tenía bastante acné por la cara, el pelo algo grasiento y rizado, y era increíblemente bajito, tanto que hasta tuve que bajar la cabeza para verle mejor. Luego miré a Paula con una ceja alzada.
-Bueno... -chasqueé la lengua-. A ver, Paulita, si te digo la verdad...
-Sí, lo sé, a lo mejor ni siquiera me hace caso, pero... ¡jo, me gusta mucho! -dijo dando saltitos emocionada.
Le miré incrédulo.
-Paula...
Dejó de saltar.
-¿Crees... que no va a querer hablar conmigo? ¿Y si tú le hablas a él de mí? ¿O es que tengo que pagarte para que le hables? -dijo en broma.
-Bueno, más bien tendrías que pagarme para que él hable contigo... -respondí sarcásticamente- ¡¿Pero dónde tienes el gusto?!
Suspiró.
-¿Sabes qué te digo? ¡Que Claire me va a comprender! ¡Incluso Carla o Alex! ¡Ya verás!
Cogió su mochila y salió corriendo de la clase. Yo la seguí, poniéndome a su lado.
-Venga, no te enfades. Pero es que... guapo, guapo... no es.
-Ya. ¿Pero acaso todo tiene que ver con el físico?
-No, pero...
-Pues sí. Pero mira, yo quiero saber cómo es estar con alguien así. Alguien... que no se lave el pelo regularmente... que tenga problemas con los granos, que sea más bajito que yo... Ya sabes, esas cosas.
-Si tú lo dices...
Claire, Carla, Alex, Mike, Brian y Jake nos esperaban en la entrada. Desde que Paula le había dado varios golpes a ese psicópata de Nike, todo el grupo la felicitó y les cayó tan bien que ahora...
-¡Hola, chicos! -nos gritó Mike.
Paula corrió hacia las chicas.
-¡¡Claire!! ¡¿A que tú me comprendes?! -dijo con los brazos cruzados.
Puse los ojos en blanco. Ella rió.
-Pues... emmm... bueno, a ver, Paula, el chico es... bueno...
Cambió a Carla.
-¡¿Y tú, Carla?! ¡¡Dime que me comprendes, por favor!!
-Es que yo... pufff... la verdad es que no... no veo por qué te puede gustar...
Miró a Alex, pero ésta negó con la cabeza. Apretó los labios y se enfurruñó como una niña pequeña, a lo que todo el mundo se rió. Un chico con pelo negro, corto, y con ojos pequeños pasó por delante de nosotros, y se fue, pero Paula se le quedó mirando.
-Oh, dios mío querido de mi vida... -exclamó.
-¿Qué? -pregunté.
-Se... se parece... ¡sí! ¡Eh, tú! ¡Espera! -fue hacia él.
Vi que se ponía colorada, y yo negué con la cabeza. Esta chica...
Me giré hacia Claire, que me miraba con preocupación. Me abrazó y me tocó la mejilla.
-Drake, ¿estás bien? -me preguntó con el ceño fruncido.
-Sí, ¿por qué? ¿Es que tengo mala cara? No creo que...
-No... no, tranquilo -me sonrió-. No es nada.
De repente, todos oímos unos gritos. Si no me equivocaba, la jefa de las animadoras gritaba como una loca, y al verla aparecer corriendo hacia nosotros me daba la razón del por qué. El pelo. Lo tenía quemado. Fue hacia Paula:
-¡¡¡¡Túúúúúú!!!! -la señaló. Todo el mundo se volvieron hacia ellas.
-¿Qué...?
-¡Por tu culpa mira como tengo el pelo! -sollozó.
-Pero si yo no... -se quedó pensativa, y luego la compresión se reflejo en sus ojos-. Ahhh... tú te refieres al laboratorio, ¿no? Sí, es que un experimento me salió mal... y bueno... yo pude escapar ahora mismito, pero parece que tú... has salido mal parada.
Me reí. Claire me dio un cariñoso codazo, pero tampoco era capaz de aguantar una sonrisa.
-Lo siento -se disculpó Paula-. De verdad, es que... ejem... bueno...
-¡¡¡¡¡¿¿¿QUÉ LO SIENTES???!!!!! ¡¿Y tú crees que sintiéndolo vas a arreglar mi precioso pelo?!
-Quizá...
-¡No!
Dio una patada al suelo como una niña pequeña, y se fue indignada. Paula se encogió de hombros, se despidió del chico y vino hacia nosotros.
-Así que todo bien, ¿eh? -le dije.
-Sí... sí, todo muy, muy bien.
Negué con la cabeza, y todo el mundo se fue a casa. Mientras cenábamos, Sofí le contó todo a nuestros padres, todavía riéndose por ello. Qué día más raro.
sábado, 16 de enero de 2010
Temp. 3 - Capítulo 1 (Drake)
Invierno. Aunque haga frío y normalmente nieva, es mi estación favorita. Más o menos.
-¡¡Drake, despierta!! -me gritó la dulce y aterciopelada vocecita de mi pesada hermanita Sofí, mientras me pegaba en un costado para que me levantara.
Abrí los ojos, y con el ceño fruncido, la miré.
-¿Qué pasa?
-¡Es tardísimo! Si no apuras, llegarás tarde a clase.
Miré el reloj. ¡Las nueve! Sofí, antes de salir por la puerta con una sonrisa satisfactoria, me avisó:
-Por cierto, Claire...
-¿Qué pasa con Claire? -pregunté alarmado.
-Te está esperando abajo. Como veía que no ibas a su casa, vino para ver si ya te habías ido y...
Con las sábanas enredadas en los pies, empujé a Sofí fuera, cerrando la puerta.
-¡Eh! ¿Pero qué haces? -me preguntó detrás de la puerta.
-¡¿Tú qué crees?! ¡¡Tengo que vestirme!! -le grité mientras me iba vistiendo y haciendo la cama.
-¿Entonces le digo a Claire que suba?
-¡No!
-¿Que se vaya ya?
-¡¡No!! ¡¡Dile que espere!! -con los nervios tropecé contra el suelo por culpa de una pequeña pelotita que tenía tirada por ahí- ¡¡Ayyy!!
-¡¿Drake, estás bien?!
-¡¡Qué sí!! ¡¡Venga, corre!! -me levanté.
-¡Vale, vale!
Escuché los pasos de Sofí bajar las escaleras. Terminé de prepararme, más o menos, y bajé rápidamente. Al pie de las escaleras me di cuenta:
-¡Mierda, la mochila! -volví a subir, cogí la mochila y bajé otra vez.
Mis padres seguramente ya se fueron. Abrí la puerta de la entrada, y me encontré a Claire apoyada en el marco. Le sonreí, y ella a mí.
-Drake... -me dijo.
-¿Sí, mi cielo? Vale, es que me quedé dormido... Pero no tengo tan mala pinta, ¿no? Hala, venga, vamos.
Me puse a su lado, y cerré la puerta, pero Claire me miraba intentando disimular una risita.
-¿Qué ocurre? -sentí... los pies fríos.
-¿No crees que... es mejor que te calces? Lo digo porque a lo mejor te coge el frío...
¡¡Me cago en...!! Respiré hondo, saqué las llaves de casa y abrí la puerta. Cogí unos tenis cualquiera y por fin cerré la maldita puerta. Le di un beso fugaz a Claire, le rodeé los hombros con un brazo y empezamos a andar.
-¿Una mañana ajetreada? -me preguntó dándome un beso en la mejilla.
-Sí, la verdad, y aún por encima me puse en ridículo delante de ti.
-Pero si ya sabes que...
-No, no, yo nunca hago esas cosas. Pero es sólo porque estaba dormido, que conste.
Se rió, y me abrazó. Al llegar hasta el instituto, no había nadie en el patio delantero. Miré mi reloj: y cuarto. Genial. Un cuarto de hora tarde. Entramos.
-Emmm... Claire, perdona por haberte hecho llegar tarde.
-No, para nada.
Me incliné y la besé intensamente. Ella enredó sus manos en mi pelo -más o menos peinado- y yo la atraje más hacia mí. Pude notar como su corazón se aceleraba. Al escuchar un ruido, ambos nos giramos y vimos a la secretaria del colegio totalmente colorada, tosiendo. Nos separamos al instante, pero cogidos de la mano.
-Oh, eh... esto... sí, llegamos tarde -dije-. Lo sentimos. Pero fue culpa mía.
-Bueno, pues ahora será mejor que vayáis a vuestras respectivas clases si no queréis que os castiguen. -me respondió.
-Oh, sí, claro -dijo Claire cortada.
Por el pasillo, le susurré:
-¿Ves? Hoy estoy gafado.
-No es que estés gafado. Solamente... te has levantado con el pie izquierdo.
-Y que lo digas -llegamos a su clase, y me despedí con otro beso- Nos vemos en Física y Química. Te quiero.
-Y yo a ti. Oh, y ten cuidado.
-¿Por?
Me sonrió.
-Paula últimamente... está obsesionada con un chico, y te hará la vida imposible para que puedas hablarle a él de ella. -sonrió todavía más- Ya lo verás.
Tragué saliva, pero las cosas no pueden ir peor, ¿no?
-¡¡Drake, despierta!! -me gritó la dulce y aterciopelada vocecita de mi pesada hermanita Sofí, mientras me pegaba en un costado para que me levantara.
Abrí los ojos, y con el ceño fruncido, la miré.
-¿Qué pasa?
-¡Es tardísimo! Si no apuras, llegarás tarde a clase.
Miré el reloj. ¡Las nueve! Sofí, antes de salir por la puerta con una sonrisa satisfactoria, me avisó:
-Por cierto, Claire...
-¿Qué pasa con Claire? -pregunté alarmado.
-Te está esperando abajo. Como veía que no ibas a su casa, vino para ver si ya te habías ido y...
Con las sábanas enredadas en los pies, empujé a Sofí fuera, cerrando la puerta.
-¡Eh! ¿Pero qué haces? -me preguntó detrás de la puerta.
-¡¿Tú qué crees?! ¡¡Tengo que vestirme!! -le grité mientras me iba vistiendo y haciendo la cama.
-¿Entonces le digo a Claire que suba?
-¡No!
-¿Que se vaya ya?
-¡¡No!! ¡¡Dile que espere!! -con los nervios tropecé contra el suelo por culpa de una pequeña pelotita que tenía tirada por ahí- ¡¡Ayyy!!
-¡¿Drake, estás bien?!
-¡¡Qué sí!! ¡¡Venga, corre!! -me levanté.
-¡Vale, vale!
Escuché los pasos de Sofí bajar las escaleras. Terminé de prepararme, más o menos, y bajé rápidamente. Al pie de las escaleras me di cuenta:
-¡Mierda, la mochila! -volví a subir, cogí la mochila y bajé otra vez.
Mis padres seguramente ya se fueron. Abrí la puerta de la entrada, y me encontré a Claire apoyada en el marco. Le sonreí, y ella a mí.
-Drake... -me dijo.
-¿Sí, mi cielo? Vale, es que me quedé dormido... Pero no tengo tan mala pinta, ¿no? Hala, venga, vamos.
Me puse a su lado, y cerré la puerta, pero Claire me miraba intentando disimular una risita.
-¿Qué ocurre? -sentí... los pies fríos.
-¿No crees que... es mejor que te calces? Lo digo porque a lo mejor te coge el frío...
¡¡Me cago en...!! Respiré hondo, saqué las llaves de casa y abrí la puerta. Cogí unos tenis cualquiera y por fin cerré la maldita puerta. Le di un beso fugaz a Claire, le rodeé los hombros con un brazo y empezamos a andar.
-¿Una mañana ajetreada? -me preguntó dándome un beso en la mejilla.
-Sí, la verdad, y aún por encima me puse en ridículo delante de ti.
-Pero si ya sabes que...
-No, no, yo nunca hago esas cosas. Pero es sólo porque estaba dormido, que conste.
Se rió, y me abrazó. Al llegar hasta el instituto, no había nadie en el patio delantero. Miré mi reloj: y cuarto. Genial. Un cuarto de hora tarde. Entramos.
-Emmm... Claire, perdona por haberte hecho llegar tarde.
-No, para nada.
Me incliné y la besé intensamente. Ella enredó sus manos en mi pelo -más o menos peinado- y yo la atraje más hacia mí. Pude notar como su corazón se aceleraba. Al escuchar un ruido, ambos nos giramos y vimos a la secretaria del colegio totalmente colorada, tosiendo. Nos separamos al instante, pero cogidos de la mano.
-Oh, eh... esto... sí, llegamos tarde -dije-. Lo sentimos. Pero fue culpa mía.
-Bueno, pues ahora será mejor que vayáis a vuestras respectivas clases si no queréis que os castiguen. -me respondió.
-Oh, sí, claro -dijo Claire cortada.
Por el pasillo, le susurré:
-¿Ves? Hoy estoy gafado.
-No es que estés gafado. Solamente... te has levantado con el pie izquierdo.
-Y que lo digas -llegamos a su clase, y me despedí con otro beso- Nos vemos en Física y Química. Te quiero.
-Y yo a ti. Oh, y ten cuidado.
-¿Por?
Me sonrió.
-Paula últimamente... está obsesionada con un chico, y te hará la vida imposible para que puedas hablarle a él de ella. -sonrió todavía más- Ya lo verás.
Tragué saliva, pero las cosas no pueden ir peor, ¿no?
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