El guardia había llegado al piso, con algunas magulladuras en la cara y completamente rojo del esfuerzo.
-¡Tú! –señaló a Danielle.
-Levántate, Danielle, y haz todo lo que te dice –le susurró Axel.
-No, Axel, ¡no pienso dejarte! –el guardia se acercó a ella y la levantó sin esfuerzo del suelo-. ¡No! ¡Suéltame! ¡Yo no me voy! ¡No quiero irme!
-Vamos, lárgate antes de que cambie de opinión.
-¡No! ¡Axel! ¡Por favor, Axel, quiero estar contigo!
Lloraba alzando las manos hacia la celda, pero el guardia la arrastraba hacia las escaleras. Axel sólo podía mirar cómo se marchaban.
Finalmente ambos bajaron. Ethan la esperaba fuera, en la calle, sin ningún rasguño, quizá porque el guardia no quiso hacerle daño. Al verla ser arrastrada, fue hacia ellos. El guardia la soltó en el suelo, y después de una pequeña riña y una amenaza, cerró las puertas.
Danielle siguió llorando. Ethan la abrazó con fuerza, apretándola contra su pecho, como tantas veces había deseado hacer anteriormente.
Pero Danielle no quería que la consolasen esos brazos ni esos besos que recibía en las mejillas. Sólo quería todo eso de una persona, a la que iban a matar esa misma noche.
-Ethan… ¿quién… cómo se habrán enterado de quién es en realidad Axel?
Ethan paró de besarla, y apoyó la mejilla en su cabeza.
-No… no lo sé, Danielle. En realidad, no lo sé.
Se sentía realmente culpable. Pero había estado tan celoso en ese momento…
-¿Lo amas? –le preguntó después de un rato, todavía abrazados.
Danielle tragó saliva antes de contestar.
-¿Por… por qué lo dices?
-He visto cómo lo miras.
“Lo sé porque siempre quise que me mirases igual…”
-No lo miro de ninguna manera.
-Oh, vamos Danielle. No seas mentirosa. Cuando hablas de él, se te ilumina la cara, pareces más contenta. Como si estuvieras enamorada. Y has dejado un viaje a España, ¡a España!, para ir a verle, sabiendo que no sería nada fácil que se librara de esta. Sabes que no lo conseguirá.
Danielle lo apartó de un suave empujón. Se limpió las lágrimas con la manga de su vestido, y lo miró furiosa.
-¡¿Por qué todos decís eso?! ¡Axel vivirá! ¡Lo sé!
Ethan negó despacio con la cabeza, intentando que lo comprendiera.
-No lo hará.
-No tienes derecho a decir eso –contestó temblando de rabia. Entonces recordó lo que le dijo Axel-. Antes Axel me preguntó por qué me dijiste dónde estaba él. ¿Por qué dijo eso? ¿Qué hiciste, Ethan?
-¿Yo…?
-Sí, tú. ¿Qué has hecho?
Ethan apretó los labios y rehuyó su mirada. No quería mentirle, pero tampoco que lo odiara.
-Ethan, dime la verdad –éste suspiró.
-Está bien. ¿Me prometes que no te enfadarás?
-Te prometo que intentaré no enfadarme.
-Hum… Yo… yo me chivé a mi padre de que él era el ladrón de Londres…
Al escuchar la frase, Danielle le pegó en la mejilla a Ethan. Éste se llevó una mano para aguantar el dolor.
-Eres… eres despreciable.
Lo apartó de su camino y salió corriendo de allí, hacia la casa de Axel.