lunes, 22 de agosto de 2011

Capítulo 41

-Danielle, adivina quién nos ha invitado a otra cena esta misma noche.
-Hummm…
-¡El conde! ¡El mismísimo conde! –su padre estaba extasiado-. Así que ya sabes, cielo. Además, te servirá para distraerte un rato.
-Papá, no me hace falta distraerme con nada. Ya ha pasado un mes desde…
-Sí, pero eso no se supera fácilmente. Entonces…
Danielle suspiró. Se levantó de su tocador y lo miró.
-Iré, tranquilo.
-Estupendo, cariño.
Su padre sonrió y se fue, cerrando la puerta detrás de él. Danielle se miró en el espejo. Ya lo había superado. Ya no echaba de menos a Axel. Ya no pensaba en él antes de acostarse y al levantarse. Ni ocupaba sus pensamientos.
-No estoy enamorada, no lo estoy… No.
Respiró hondo, y sonrió. Ya estaba. Y estaba segura de que él estaría presente en esa fiesta, y que iba a robar allí. Pero no lo iba a detener. Ahora que sabía por qué lo hacía, no podía.
Durante ese mes había salido una o dos veces sus robos en el periódico, dónde el reportero se preguntaba quién era ese ladrón que ella conocía perfectamente.
Sacudió débilmente la cabeza, y salió de su habitación.
Ya a la noche, su familia y ella estaban montando en el coche que los iba a llevar a la casa del conde.
Llegaron enseguida, y bajaron del coche despidiéndose del cochero. Danielle se maravilló con la decoración de la enorme casa, pero más impresionante era su jardín trasero, con dos pisos dónde el de abajo estaba decorado con dos fuentes a los lados y unos cuantos pavos reales correteando por la verde hierba.
Todos pasaron al primer jardín, dónde había una gran mesa con todo colocado, y la gente hablaba felizmente entre ella.
Danielle se integró, hablando con la mayoría de las personas que eran presentadas por sus padres. Pero le había entrado una sed terrible, así que se excusó y se dirigió a la mesa, pasando entre la gente. Se sirvió un pequeño vaso de ponche, y al darse la vuelta, se encontró con unas manos guardadas en los bolsillos de un pantalón y un chaleco azul claro.
“Vamos, es indiferente. No estás enamorada. Ya no.”
Alzó la vista, y se encontró con los ojos grises con los que había soñado algunas semanas atrás.
-¿Danielle? –preguntó él sorprendido.
-Axel –sin poder evitarlo, se quedó sin respiración.
“¿Cómo demonios puede estar tan guapo sin apenas arreglarse?”
-No sabía que ibas a asistir. Hum… -se llevó la mano izquierda a la nuca-. ¿Todo bien?
-Pues sí, la verdad. Iba a ir ahora junto a mis padres, así que si me dejas pasar…
Pasó por su lado, pero Axel la retuvo cogiéndola por un brazo. La hizo volverse hacia él.