sábado, 14 de mayo de 2011

Capítulo 28

Max tosió dos o tres veces, y al ver que no paraba, Danielle cogió su pañuelo de tela y lo colocó en la boca del niño.
-Así. Ya verás que no te molest…
Danielle miró el pañuelo. Lo retiró de la boca de Max, y lo examinó. Estaba empapado de sangre.
-Eh… Axel.
-¿Mm?
-Max… está sangrando por la boca.
Axel abrió mucho los ojos, se levantó rápidamente de su sillón y fue hacia el niño. Aunque no le había dado un ataque tan grave como el del otro día, también parecía que se ahogaba. El pequeño empezó a llorar.
-Ash… me duele mucho… -dijo con la voz rota.
Axel corrió a la habitación de Max y cogió el bote azul y las pastillas. Corriendo de vuelta al despacho –casi se resbala contra el suelo por las prisas- tendió al niño en el suelo, que seguía gimoteando, y le puso el bote en la boca.
Danielle miraba la escena horrorizada, con las manos tapándose la boca, y se arrodilló a su lado.
Max pudo volver a respirar otra vez, y Axel le dio las pastillas.
-Venga… por favor Max… -susurró, y le dio un beso en la frente mientras le acariciaba el pelo.
Max tragó saliva, y Axel le ayudó a levantarse. Lo cogió en brazos.
-Se acabó, tienes que descansar. Basta de juegos por hoy.
-¡Pero…!
-¡Ni pero ni nada, Max! Ahora dormirás la siesta, tanto si quieres como si no.
El pequeño hizo pucheros, pero Axel ni se inmutó. Lo llevó a su cuarto, lo metió en la cama, y después de arroparlo, se fue del cuarto, y entró en su despacho, con el rostro ensombrecido.
Danielle se había levantado, y lo miraba mientras Axel se dirigía a su sillón.
Sin saber qué hacer, se humedeció las labios, nerviosa, y se sentó enfrente de él.
-Creo… creo que comprendo… un poco el por qué haces… hum… los robos, pero todavía no comprendo muy bien el por qué robar tanto. Quiero decir…
-Lo único que quiero es que Max no tenga la infancia que tuve yo –la miró-. Sólo quiero lo mejor para él. E intento darle todo –hizo una pausa, pensativo-. Pero todo siempre tiene un precio.
-¿Pero no tienes miedo de que haga lo mismo que haces tú ahora? Seamos sinceros, el sustraer objetos a la gente no es un… trabajo muy honrado.
-Claro que lo tengo. No soy de piedra.
-Ah, entiendo. Así que de que los policías te atrapen y te maten no tienes miedo, y de una cosa tan…
-¡No sólo tengo miedo de eso! –gritó él-. ¡Tengo miedo de que Max no pueda vivir todo lo que quisiera! ¡Tengo miedo de que le pase algo! Es un niño, no una mascota, y cada día que pasa me desespero más porque no sé cuándo podría volver a darle uno de… de los ataques que acabaste de presenciar. ¿Tú sabes cuántos años le quedan de vida? –Danielle negó despacio con la cabeza, conmocionada-. Sólo dos.
-Axel… yo…
-No, déjalo. Ya lo tengo asumido, pero aún así sé que no voy a poder superarlo. No va a conocer lo mejor de la vida. No va a poder trabajar, no podrá viajar, no podrá disfrutar del arte de hacer el amor, no podrá tener hijos ni casarse. Y eso es lo que más me duele. Pero ya da igual. Yo seguiré luchando durante estos dos últimos años para que tenga los mejores días de su vida.
Danielle lo miró pensativa, y respiró hondo. Sentía que estaba al borde de las lágrimas. Y no podía creer lo que iba a decir:
-No voy a delatarte –Axel la miró, un poco agradecido y sorprendido.
-Gracias.
-Te lo debo por lo de anoche. Si no fuera por ti… estaría toda la noche en vela. Y… también te pido una cosa.
-¿Qué… cosa?
-Quiero ayudarte a robar la joya que viste en la noticia que acabas de guardarte.