viernes, 1 de abril de 2011

Capítulo 25

A medianoche, Axel se había quitado el chaleco y desabotonado los primeros botones de su camisa y los de las muñecas para estar más cómodo, y mientras estaba en el sofá, tomando un café, escuchó gritos que provenían de una habitación. Se levantó rápidamente del sofá y subió primero hacia la de Max, pero el niño dormía plácidamente.
Entonces fue a la de Danielle. En efecto, era la muchacha quién gritaba en sueños. Otra vez.
En vez de no hacer nada como la otra noche, se acercó a ella y le cogió la cara entre las manos.
-Danielle… Danielle, tranquilízate –susurró.
La joven paró de gritar al abrir los ojos. Se quedó anonadada cuando vio a Axel delante de ella, apenas unos centímetros de su propio rostro, y tragó saliva de los nervios.
-Tengo miedo –dijo con la voz rota por las lágrimas-. Pensé… pensé que…
-Lo sé, pequeña, venga, ya está. Mientras yo esté aquí, no te va a pasar nada.
-Entonces no te vayas –susurró.
Axel, un poco sorprendido por sus palabras, le acarició la mejilla con el pulgar, pues aún todavía la mantenía en sus manos, y luego el pelo suavemente mientras se arrodillaba a su lado.
-Gracias –concluyó Danielle.
Cerró los ojos relajada por las caricias de Axel, y finalmente se durmió. Y Axel con ella.

Pero en la casa del señor Jackson, éste había decidido entrar en su habitación para ver si el dinero estaba bien. Aunque le habían dicho que nadie había entrado en el cuarto la noche de la fiesta, había que asegurarse. Cogió la llave, se subió a su cama mientras los muelles chirriaban bajo su peso, y abrió el cuadro dónde se encontraba la caja fuerte.
Lo abrió también con la llave con una sonrisa, pero se le borró enseguida de la cara cuando se dio cuenta de que faltaba la mitad de sus pertenencias.
-No, no, ¡no! ¡Me ha robado! ¡¡Ese maldito ladrón me ha robado!!
Su mayordomo corrió rápidamente hacia él, todavía con el pijama puesto, pues residía en la mansión también.
-¿Señor?
-¡El ladrón! ¡Me ha robado! ¡Sabía que no debí hacer esa estúpida fiesta! ¡Maldita sea! –Se volvió hacia el hombre-. Quiero que avises inmediatamente al jefe de policía.
-Pero…
-¡Ya!
-Sí, señor.